A la domesticación por la imagen: cine-ciervo
Mediante un particular vídeo-ensayo, entre lo antológico y lo poético, de la presencia del ciervo en algunas películas, el autor reflexiona sobre la relación entre domesticación, arte y emocionalidad.
Mediante un particular vídeo-ensayo, entre lo antológico y lo poético, de la presencia del ciervo en algunas películas, el autor reflexiona sobre la relación entre domesticación, arte y emocionalidad.
Filmar la ausencia a través de los objetos, las páginas escritas, los lugares vividos o las fotografías tomadas en el pasado es la espesa capa con la que Alain Cavalier viste a «Irène»…
Mar y monstruos protagonizan la quinta crónica del Festival de Sitges gracias a For those in peril, Real y Leviathan
Primera crónica desde Sitges 2013 dedicada a tres propuestas que abordan la pérdida y que nos proponen tres maneras distintas de decir adiós.
El cine de Jean-Pierre Melville condensado en una serie de motivos que viajan de un filme a otro, que se repiten y se alteran, que completan su significado al ponerlos en relación. Una colección no exhaustiva, pero llena de imágenes reconocibles que obsesionaron al cineasta.
¿Cómo lidiar con tan extraña ética colectiva? ¿Cómo abordar lo irracional en una comunidad? ¿Cómo comprender esa ley no escrita al margen de la Ley? El acierto de Linklater está en no condenar, en no mirar por encima del hombro, en no (pre)juzgar.
«La Trilogía de Apu» propone con notable ambición artística capturar de un modo muy cinematográfico (con una notable predisposición documental cercana al neorrealismo) los momentos determinantes de la vida de su protagonista.
¿Qué ocurre si montamos los filmes científicos de Painlevé con películas de Leos Carax, Stan Brakhage, Gianikian & Ricci Lucchi y los Lumière? Que lo animal y lo humano se confunden…
Tres crónicas abordan la tercera edición del Festival de Cinema d’Autor de Barcelona (D’A), donde cineastas prometedores comparten espacio con autores consolodados como Michael Winterbottom, Michel Gondry, Sion Sono o Noah Baumbach.
Del mismo modo que Béla Tarr se enfrentaba al Apocalipsis superando los discursos trascendentes en «El caballo de Turín», He Yuan acoge la espera de Apuda y su padre con el tempo que la Muerte, este ritual, tan terriblemente humano, requiere.
La 8ª edición de PdV ha dado unas cuantas buenas muestras del alto nivel de la artillería con la que volvía a la carga y de las ganas de seguir luchando de aquí en adelante por una propuesta cultural única en España.
En la película de Ruiz hay una escena añadida que proviene de «La prisionera», esa en la que el narrador rompe a llorar escuchando la sonata de Vinteuil. ¿Por qué Ruiz decidió invertir el orden de la novela? ¿Supuso ello una traición a la obra proustiana o, por el contrario, un traslado del sentido originario a otras reglas expresivas (es decir, al cine)?
Y alguien nos encarga una crítica de «Holy Motors» y decimos, como yo he dicho, que es la última imagen de la Nouvelle Vague (…) y, de pronto, un abatimiento nos azota, unas ganas de no tener ganas, un deseo que es inventado y por eso se viene abajo.
«La muerte de Scott, que se arrojó desde el puente Vincent Thomas en Los Ángeles, no es una muerte solo matérica, sino metafórica y sacrificial. Scott nos propone, en sus últimas obras y gestos, tender un puente entre el pasado y el futuro, confiando en la preeminencia del último…».
Las bambalinas van dentro de una limusina y de allí puede salir el mundo entero. Y se abre una puerta como asciende el telón. A veces, desgastado, el imponente actor desea la muerte de todos los papeles. La Muerte (…)
Descubro, con cierta sorpresa, que el blog de Indiewire “Press Play” inició un concurso a partir de la queja de Kim Novak sobre el empleo de la música de Herrmann en The Artist y, a lo largo de varios meses, ha logrado reunir una serie de montajes en los que se usa la pieza Scene d’amour…
El cineasta griego Theo Angelopoulos llevaba dos semanas de rodaje y le aguardaban cuatro semanas más. «El otro mar» había de ser el título que ahora ya no está…
Un festival puede ser una experiencia extasiante, tanto que tras pasar diez días en uno de ellos podemos sentirnos completamente superados por todo lo vivido y visto. Carles Matamoros pasó por el Fin del Mundo en la 44ª edición del Festival de Sitges, pero ha vivido para contarlo.