L’apollonide
Un dolor profundo, como el grito de una virgen siendo desvirgada, resuena como un eco tétrico en cada una de las habitaciones del burdel cuando Madeleine sufre el desgarro de su carne. Un cliente ha llevado muy lejos su juego, rasgando las comisuras de su boca con una navaja. Las cicatrices dibujan en su rostro una sonrisa eterna…