Mimosas

Cuerpos en fuga (III) *

 

“Tants i tants planetes com hi ha al cel
Tants i tants estels com hi ha dins teu
Som de tantes formes
Com hi ha estels
Som de totes formes
Partícules de déu”
Partícules de Déu, El Petit de Cal Eril (1)

 

Cuerpos en el paisaje del Atlas marroquí en Mimosas

En esta tercera entrega de la serie Cuerpos en fuga, un acercamiento a la película Mimosas (Oliver Laxe, 2016), abordamos una doble fuga del cuerpo. Fuga interior, hacia los territorios inescrutables de la fe, pero también fuga exterior, con la huida a través de un paisaje inhóspito, la cordillera del Atlas. El cineasta franco-gallego nos sitúa ante el enigmático viaje de una caravana de individuos, algunos de los cuales se irán quedando en el camino; un viaje que, a medida que avanza el filme, cada vez se nos antoja más abstracto y despojado de destino.

 

Un viaje iniciático

“… et chelvalcha des le matin
tant que li jors vint a declin.
En la forest cele nuit jut
tant que li clers jors parut.”

Li contes del graal, Chrétien de Troyes (2)

Desde películas de aventuras como Las minas del rey Salomón (King Solomon’s Mines, Compton Bennett y Andrew Marton, 1950) a westerns de caravanas interminables cruzando la nada, y sus versiones más contemporáneas como Meek’s Cutoff (Kelly Reichardt, 2010), en Mimosas reverberan diversos géneros cinematográficos, y también algunos relatos de corte iniciático. En una entrevista realizada por Samuel Alarcón en El cine que viene (3), Laxe cita incluso como influencia las sagas del Grial. En la versión de Chrétien de Troyes, Perceval, que ha vivido en total desconocimiento de Dios y de la caballería, alejado del mundo por una madre sobreprotectora, inicia su aventura después de la irrupción en la corte de cinco caballeros artúricos. Se da así en Li contes del graal una estructura que se repite en los relatos de caballerías, y en muchos casos de aventuras: una ruptura del orden que nos recuerda la que implica la muerte del sheik en Mimosas, que deviene motor de la búsqueda del héroe de la película, que tanto podría ser Ahmed como Shakib. Tras dicha ruptura, Perceval se interna en el relato en la “yerma floresta” para emprender un recorrido en el transcurso del cual se define la asunción de la propia identidad.

En Mimosas, el itinerario a través del Atlas marroquí y la lucha de los personajes contra los elementos naturales, y también contra los seres humanos que los asedian, es también, o, tal vez, ante todo, un viaje interior. Así, puede pensarse como una película contemplativa, que apela a la fe como un acto íntimo, a una relación de tú a tú con la divinidad, la de la oración. De ahí que las tres posturas de rezo en el Islam, en el marco de la tradición mística sufí, estructuren el filme.

La fe tiene un papel esencial en Mimosas

 

Escuchar el silencio, mirar lo invisible

El recorrido interior halla su correlato sensorial a través de la estimulante propuesta visual y sonora del fotógrafo Mauro Herce y la sonidista Amanda Villavieja. Pues, al fin y al cabo, la materia que configura el trance místico propuesto por Laxe es eminentemente luz y sonido.  Los pliegues, texturas y colores de los ropajes (gran trabajo de vestuario de Nadia Acini), la modulación de la luz sobre los cuerpos, la paleta de colores de las vestiduras, la piel de los protagonistas o la epidermis del paisaje… nos trasladan a las pinturas magrebíes de Marià Fortuny y Eugène Delacroix que también se fascinaron con la luz de África en el siglo XIX.

Encampment in Morocco, between Tangiers and Meknes, de Eugène Delacroix

Un fotograma de Mimosas (izquierda) y la pintura Soldat marroquí, un óleo sobre lienzo de Fortuny (derecha)

Un fotograma de Mimosas (izquierda) y la pintura Le sultan du Maroc Moulay Abd-er-Rahmane recevant le Comte de Mornay ambassadeur de France, un óleo sobre tela de Delacroix (derecha)

Pero el correlato de la relación íntima con la divinidad se da, sobre todo, a través del sonido. El silencio sonoro deviene encarnación del “más allá de la imagen”, que tan bien describe Michel Chion cuando habla de Tarkovski (4): “El sonido (…) evoca otra dimensión, se va a otra parte, desprendido del presente. Puede igualmente murmurar como el rumor del mundo: cercano e inquietante a la vez”. En Mimosas, tanto el sonido como el silencio sonoro se vuelven táctiles, y, casi como una oración, o un mantra, propician un gozoso tránsito a un estado hipnótico.

 

Fugas

Avanzar, siempre hacia delante, encontrar Sijilmasa, parece ser la desesperada misión de los protagonistas de la película, al mismo tiempo que cada vez queda más claro, a medida que caminan, que ese lugar es un espejismo, no una geografía real… O una ciudad fabulada, a la que accedemos a través de la pared en la que se representa una fortaleza, el umbral con el que se inicia Mimosas. ¿Se trata de la misma fortificación que describe Shakib susurrando a un malherido Ahmed, al que conduce a lomos de un caballo? ¿O no es más que una alucinación o un ensueño? Tal vez se trate de una visión, una analogía del camino para hallar la fe…

El mural con el que arranca Mimosas bien podría ser un umbral

Junto a estas temáticas y derivas sensoriales, en Mimosas percibimos algo angustiante en esa fuga de los personajes a través de una naturaleza cada vez más asfixiante y hostil; una fuga que no hemos podido evitar relacionar con la desesperación de los flujos migratorios que atraviesan hoy diversos continentes del planeta como Europa y África.

Y tal vez esa es la riqueza del filme, sus bifurcaciones, narrativas y sensoriales, los meandros por los que conduce o libera a un espectador al que se ofrece una verdadera experiencia cinematográfica; una invitación al éxtasis a través del sonido, la luz, el color y la cadencia de las figuras en movimiento que ritman y riman un paisaje alucinado.

 

© Cloe Masotta, enero de 2017

 

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* Este artículo es el tercero de una serie de textos breves de la autora alrededor de “cuerpos en fuga”. Los dos primeros estuvieron dedicados a El perdido (Christophe Farnarier) y La sustancia (Lluís Galter).

(1) Esta es la traducción al castellano de la canción catalana del grupo El Petit de Cal Eril, que aparece en el álbum Vol i Dol, publicado por Bankrobber en 2010:

“Tantos y tantos planetas como hay en el cielo
Tantas y tantas estrellas como hay en tu interior
Somos de tantas formas
Como estrellas existen
Somos de todas formas”
Partículas de dios

(2) Esta es la traducción al castellano de Martín de Riquer e Isabel de Riquer del párrafo en francés escrito por Chrétien de Troyes, según la edición de El Cuento Del Grial de Siruela, publicada en Madrid el año 2000: “Y cabalgó desde la mañana hasta que declinó el día. Aquella noche durmió en el bosque hasta que amaneció el claro día.”

(3) #videoentrevista nº 14. La fragancia de las mimosas, en El cine que viene, de Radio Nacional de España, emitida el 3 de enero de 2017 y disponible en este enlace.

(4) CHION, Michel, La audiovisión: introducción a un análisis conjunto de la imagen y el sonido. Barcelona: Paidós, 1993.