De ‘Waking Life’ a ‘A Scanner Darkly’

Los problemas del rotoscopiado

 

Se podría decir que la técnica del rotoscopiado es una de las más difíciles de la animación, dificultad debida al abismo que existe entre sus pretensiones y sus resultados, que le han acarreado mala fama, justa o no, desde sus inicios.

Los hermanos Fleischer, Max y Dave, inventaron esta técnica en la década de 1910, como un atajo técnico para conseguir una animación más fluida que la existente en su tiempo, mediante el sencillo expediente de pintar sobre una filmación de imagen real. Sin embargo, el rotoscopiado se reveló como un regalo envenenado, ya que al ojo humano aparece como artificial y forzado, requiriendo la intervención de un animador que lo pula y modele, de manera que los mejores rotoscopiados son precisamente aquellos que más se desvían del modelo original.

La paradoja estriba en que conseguir reproducir el movimiento de forma verosímil exige que se traicione la realidad, en completa oposición con los dictámenes estéticos que rigen lo que normalmente se conoce como cine, ese de personajes reales. El rotoscopiado quedó clasificado de inmediato como una técnica barata, indigna de los grandes o de aquellos que buscaban expandir las fronteras de la forma, aunque nunca dejó de cultivarse, reapareciendo una y otra vez, una historia que merece ser contada en otra ocasión.

De hecho, podría decirse que una técnica como el motion capture no es otra cosa que un rotoscopiado de lujo, hasta el extremo de haber heredado incluso los mismos defectos que su antecesora. Detrás de estas nuevas técnicas se halla el ordenador, rey absoluto desde el año 2000, pero también elemento aplanador del acabado final de las películas, ya sean de personajes reales o de animación, al menos en los ámbitos comerciales.

En contra de esta hegemonía digital han surgido una larga serie de fenómenos, abarcando desde la resurrección de técnicas no demasiado conocidas para el gran público (como los cut-outs, el stop motion o el mismo rotoscopiado) a las visitas fugaces de directores de imagen real al mundo de la animación. Es en este periodo de tránsito, cuya conclusión puede estar aún abierta, donde se insertan los dos experimentos de Richard Linklater con el rotoscopiado: Waking Life (2001) y A Scanner Darkly: Una mirada a la oscuridad (A Scanner Darkly, 2006).

Hay que señalar que el rotoscopiado de ambas películas no es puro, al estilo Fleischer, sino que hace un uso extensivo del ordenador, aunque solo sea para eliminar los defectos inherentes a una intervención manual sobre la imagen, como su temblor o las variaciones de color entre plano y plano. De hecho, los resultados que se obtienen llegan a ser tan perfectos que muchos animadores han optado por reintroducirlos, como en este caso, para devolverles una vida que la técnica parece arrebatarles.

Waking-Life-1

Waking-Life-01 (sup.), Waking-Life-02 (inf.)

De ambas aventuras, la más lograda en mi opinión es Waking Life. En ella, Linklater –sea por sí solo, sea con ayuda del equipo de animadores– aprovecha al máximo las posibilidades de esta técnica. Básicamente, lo que permite el rotoscopiado es aplicar diferentes acabados al material de partida, bien convirtiéndolo en animación casi pura [ver imagen Waking-Life-01] o bien manteniéndolo sin apenas modificaciones [ver imagen Waking-Life-02]. Entre ambas aproximaciones cabe un mundo entero, en el que se puede optar por deformar la figura humana al modo expresionista [ver imagen Waking-Life-03] o conseguir un hiperrealismo traicionado al posterizarlo [ver imagen Waking-Life-04].

Waking-Life-2

Waking-Life-03 (sup.), Waking-Life-04 (inf.)

Esta variedad de acabados, siempre cambiantes, en continuo desequilibrio, nunca predecibles, conviene singularmente al tema que constituye la excusa de la película: el peregrinar de un joven por un mundo en el que va recibiendo diferentes enseñanzas filosóficas, pero que acaba por revelarse un limbo entre la vida y la muerte, del cual no hay salida. Ilustrada de esta manera, la película acaba por adoptar un tono alucinatorio, próximo al ensueño, o en la apropiada definición anglosajona, daydream, que sorprendió y fascinó a partes iguales a los espectadores que se toparon con ella cuando se estrenó, yo entre ellos.

Waking Life podría haber sido un punto de partida, un inicio, pero no lo fue. Enfrentados ante este experimento inesperado, fueron demasiados los que no supieron pronunciarse, de manera que pasó sin demasiada repercusión, siendo solo reivindicada a posteriori. Quiero pensar que este rechazo tuvo alguna influencia en A Scanner Darkly, puesto que en esta película el uso del rotoscopiado es bastante plano y funcional [ver imagen A-Scanner-Darkly-01], excepto en momentos muy precisos [ver imagen A-Scanner-Darkly-02], sin la audacia y la bravura de la cinta precedente.

A-Scanner-Darkly

A-Scanner-Darkly-01 (sup.), A-Scanner-Darkly-02 (inf.)

Es cierto que ese uso matizado del rotoscopiado conviene a una película en el que el tema central es una sociedad permanentemente monitorizada, no solo por cámaras, sino por agentes que se camuflan de otras personas hasta perder su identidad propia. Este argumento tan propio de Philip K. Dick, en el que la realidad acaba por disolverse en sus propias dudas, es subrayado por ese uso atenuado del rotoscopiado, el cual niega constantemente lo percibido. Curiosamente, ese centro temático es el que justifica las únicas audacias formales de la película a las que hacía referencia, ya que el camuflaje de los agentes es descrito mediante un disfraz de la realidad que solo el rotoscopiado permite.

No obstante, queda quizás aún una pregunta por responder. En A Scanner Darkly, el rotoscopiado, excepto en esos pequeños momentos, sería completamente prescindible, sin que su ausencia hiciera que el producto final se resintiese; mientras que en Waking Life, la técnica utilizada es consustancial al producto final, que no tendría el mismo impacto, la misma repercusión, si no se hubiera rotoscopiado. La razón es que en una de las cintas la técnica se utiliza en la medida completa de sus posibilidades, mientras que en la otra –la posterior, curiosamente– cierta timidez, cierto miedo, impide seguir ese mismo camino.

O en otras palabras, en animación la técnica es la estética. En eso consiste su grandeza.

 

© David Florez, junio de 2013