Americana 2014: The Retrieval / American Promise

Esclavitud y racismo, conflictos por resolver

En los últimos años parece estar levantándose cierta veda sobre un tema tan sensible como la esclavitud en el cine estadounidense de primera línea, por lo que el indie no podía ser menos y lo hemos comprobado con sendos casos en esta primera edición del Americana. The Retrieval y American Promise, la primera desde la ficción y la segunda desde el documental, tratan (mediante historias de superación y aprendizaje) el tema de la esclavitud, aunque sea (sobre todo en el caso de la primera) casi de soslayo.

The Retrieval no deja de ser el proceso de maduración de un joven, Will. En nuestro primer encuentro con él, le vemos funcionando como señuelo para secuestrar (o robar, si tenemos en cuenta su concepción de las personas como objetos) a un grupo de negros que se esconden en el pajar de una mujer blanca. Sin apenas pestañear, Will acepta su comida, su calor, su ayuda, para luego entregarles a un cazarecompensas. Will imita lo que ve; imita a aquel que tiene de ejemplo, Marcus, alguien que ve dinero cuando le ponen delante a otros negros. Con el último encargo (engañar a un negro libre para cobrar una recompensa) bajo el brazo, Will y Marcus inician un camino a la búsqueda de Nate, pero este pondrá a Will ante otro ejemplo de vida, más honesta, leal y bondadosa. Will, como nos ocurre a todos en nuestra madurez, tiene que elegir qué camino va a hacer suyo, cómo va a ser su vida y, en definitiva, en quién desea convertirse él: en Marcus o en Nate.

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La estructura de road movie, que acompaña (como es habitual) al crecimiento emocional del personaje principal, a menudo esquilma los recursos de la temática de la esclavitud y el racismo, pero cabe decir que The Retrieval, de manera muy tímida y, quién sabe, quizás casi inconsciente, plantea el racismo no entre razas sino desde una misma. En la película son dos negros quienes (siguiendo órdenes de blancos) venden y comercian con los de su propia raza. Este fenómeno (que fácilmente puede recordarnos a los judíos con cargos en campos de concentración nazis) no deja de acarrear muchos conflictos morales y éticos, especialmente para un film que, como decíamos, se centra en un tema que parece ser costoso de tratar en el cine estadounidense. Chris Eska (director, guionista y montador de The Retrieval) pasa por ello de puntillas y opta por la historia de superación, por centrarse en el formalismo ambiental, por filmar la naturaleza en detalle y la relación de Will con Nate.

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En American Promise, un matrimonio, Jose Brewster y Michele Stephenson, decide filmar la vida educativa de su hijo Idris y su amigo de parvulario Saun para documentar su ascenso vital; en el fondo, el interés por captar cada detalle va ligado a la escuela Dalton, una de las mejor consideradas de la zona en la que viven (Nueva York) y que, si bien presume de tener como labor importante la integración en sus aulas, tiene una larga tradición de escuela para blancos. Ante ese desear filmar todo un proceso que llevará años, es imposible no pensar en Linklater y su proyecto de Boyhood (en boca de todos actualmente tras su paso por la Berlinale), en Kore-eda y su proceso de filmación para Nadie sabe o en las Up Series de Michael Apted, pero la relación que más nos interesa establecer (pese a las muchas diferencias que las separan) es la de American Promise y Svyato, de Victor Kossakovsky. No estamos tan solo ante unos padres que filman a su propio hijo, sino que de forma consciente (en el caso del ruso) o inconsciente (el de los americanos), el uno y los otros buscan confirmar (o poner a prueba, quizás mejor) una teoría que, previamente, tienen en mente. Donde Kossakovsky buscaba captar el estadio del espejo de la teoría lacaniana, Brewster y Stephenson quieren darse razones para determinar cuán diferentes son los blancos de los negros. Sí, hablamos de secesión desde el otro punto de vista, de la raza negra reclamando su no dependencia de la blanca y clamando el orgullo de tener una propia identidad.

american-promise-movieAunque en un principio ese objetivo queda paliado, poco a poco el documental se torna más agresivo en este aspecto. Las profundas ideas liberales de, sobre todo, Brewster, se acaban confundiendo; pasamos de la promesa americana (¿seguro que es solo americana?) del puedes llegar allá donde te propongas con esfuerzo y trabajo a organizar reuniones de padres de estudiantes negros, ver fantasmas (no juzgaremos si con razón o sin ella) de racismo en los profesores e incluso a clamar, viaje a África mediante, las raíces culturales de la raza negra como algo totalmente genético y no conductual. Al principio del filme, el padre de Saun explica cómo se sintió señalado cuando, en la escuela pública en la que estudiaba, al tratar el tema de la esclavitud, sus compañeros (todos blancos) se giraron a mirarle como si él hubiese sido, directamente, uno de aquellos esclavos secuestrados. La anécdota es explicada entre risas, pero si nos movemos en flashforward a una escena de su hijo de varios años después, quizás la sonrisa se le congelaría. En un viaje a África con una asociación de la que forma parte, Saun y sus amigos hablan de la sorpresa que les ha generado recibir la disculpa de un jefe de tribu por el tráfico de personas hacia América siglos atrás. Los jóvenes en ningún momento (como sí hizo el padre de Saun) marcan la distancia entre el yo y aquellos antepasados esclavos, sino todo lo contrario, hablan en primera persona sobre los esclavos de la época colonial (aunque una de las chicas remarca constantemente que ellos son hijos de la diáspora). En esa contraposición de los dos momentos, separados por el tiempo y por las vivencias de dos generaciones diferentes, está el auténtico interés de American Promise, lo que suscita la pregunta de fondo: ¿Cuál es, de existir, la identidad de la raza negra?

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En una clase sobre literatura, el profesor discute con los alumnos precisamente sobre el concepto de la pureza de la raza blanca. Blanco es el ruso, el polaco, el alemán…, pero cada uno es diferente en sí mismo. Ciertamente esta es una de las temáticas de American Promise,  pero la película se distrae demasiado en documentar el crecimiento, la historia de superación, de esos dos chavales en sus estudios y no acaba de abordar con profundidad lo esencial. Brewster y Stephenson parecen insistir en firmar una película de superación personal, exactamente como ocurría con The Retrieval. Al final parece que aún perviva la sensación de que estamos ante un tema intratable de manera frontal, que el racismo y, sobre todo, la esclavitud sean aún asignaturas pendientes y un auténtico conflicto por resolver.

© Mónica Jordan, febrero 2014