Céline, Jesse y Kath Bloom

Un plano colmado de miradas

 

COME HERE 1

Dos conceptos (ALT & NEU), una tienda (Teuchtler Schallplattenhandlung), cinco categorías (Antiquariat, CD, Klassik, Pop y Jazz). Un plano de situación que nos ubica en un lugar concreto de Viena: Windmühlgasse 10. En su interior, donde se almacena, desde 1948, lo viejo (ALT) y lo nuevo (NEU), dos desconocidos de veintitrés años curiosean entre los vinilos, en plano único y mientras suena Dancing with Da Rat, tema compuesto por Loud. Ante los ojos de él desfilan Gwen Verdon, Ella Fitzgerald, Alice Cooper, Kool & The Gang, The Kinks, Gordon Lightfoot, The Searchers, Frank Zappa… Los ojos de ella sabemos que se detienen en Kath Bloom (“I think she’s American. A friend of mine told me about her”, apunta). En la apócrifa portada del álbum (1) que sostiene, advertimos dos palabras en minúsculas: come here. Al fondo de ellos, una cabina de audición les espera.

COME HERE 2

Con delicadeza, la mano derecha de la protagonista deposita la aguja sobre el disco gramofónico donde descansa la composición de Kath Bloom. Comienza así, mediante una grabación mecánica analógica, la reproducción (diegética) de Come Here. Comienza así un viaje compartido de 73 segundos, el tiempo que dura (en formato DVD PAL, 25 fotogramas por segundo) un plano medio contrapicado ilusoriamente inmóvil, un plano que, al tiempo que muestra una visión parcial del vértice del techo, atrapa el pálpito de un momento irrepetible.

COME HERE 3

Él, acorralado, en el rincón de la cabina; ella, pegada a él, a la izquierda de la imagen, se sitúa de espaldas a una composición de fotografías en blanco y negro sobre fondo rojo. El espacio no permite distancias físicas, y ellos, dos extraños en proceso de extrañarse, parecen dispuestos a eliminar toda distancia emocional. Comienzan mirando al vacío, expectantes, en elocuente silencio. Luego, un contacto visual no calculado les urge a esquivarse con la mirada. El revelador rubor intangible hace que, a partir de entonces, coreografíen un compendio de miradas furtivas, huidizas. ¿Puede la complicidad sintetizarse en miradas que juegan a no encontrarse? Sus candorosos rostros confinan gestos que la cámara, osada, atrapa sin que se escape ninguno de ellos: el lenguaje corporal, el vaivén de movimientos, trasluce lo que callan; las sonrisas, palpables y nerviosas, condensan una tensión que se hermana con la sensualidad. Durante los primeros 18 segundos de gozoso encierro solo hay música. A partir de entonces, la letra de Kath Bloom les interpela directamente durante nueve estrofas y 55 segundos de voluptuosa agitación:

 

There’s a wind that blows in from the North,

and it says that loving takes it’s course.

Come here. Come here.

No I’m not impossible to touch,

I have never wanted you so much.

Come here. Come here.

Have I never laid down by your side?

Baby, let’s forget about this pride.

Come here. Come here.

 

73 segundos después finaliza el íntimo encierro. Come Here continuará sonando, pero las estrofas restantes (Well, I’m in no hurry. / You don’t have to run away this time. / I know that you’re timid, / but it’s gonna be all right this time.) serán el acompañamiento (extradiegético) a su deambular por Viena. Cuatro estrofas y siete planos que sirven como transición hacia su siguiente parada: Friedhof der Namenlosen.

Céline (Julie Delpy), Jesse (Ethan Hawke), Viena (1994). Amy Lehrhaupt, Richard Linklater, Filadelfia (1989). La ficción, situada en el tránsito temporal que conecta un 16 con un 17 de junio, como trasunto de una realidad pretérita. Richard conoció a Amy una noche. Años después, con la ayuda de Kim Krizan, tomó aquel episodio vital para concebir a un joven estadounidense que conocía a una joven francesa. La conocía en un tren, espacio donde se citaron las primeras miradas. Mientras ella leía a Georges Bataille (Madame Edwarda / Le Mort / Histoire de l’œil), él hacía lo propio con Klaus Kinski (All I Need Is Love). Toda una declaración de intenciones para la que sería la apertura de un relato donde la autoridad de la palabra enmudece ante el poder de las miradas compartidas.

 

separador

 

(1) St. Joan Records publicó en 1984 lo que Chapter Music reeditaría en 2009: un doble trabajo (RestlessFaithful Desperate / Moonlight) que clausuró la alianza entre Kath Bloom y Loren Connors, dos músicos que colaboraron juntos desde que se conocieran en New Haven, Connecticut, su ciudad natal, en 1976, gestando un total de seis álbumes de edición limitada. Es en Moonlight donde descansa la primera grabación de Come Here. Richard Linklater, que descubrió la música de Kath Bloom mientras esta residía en Florida, años después por tanto de que finalizase su dúo con Loren Connors, eligió Come Here para la escena donde Céline y Jesse son todo miradas, mostrando en la película un vinilo creado para la ocasión. Impulsada por el culto que despertó su música tras el estreno de Antes de amanecer (Before Sunrise, 1995), Kath Bloom, hija del oboísta Robert Bloom, compuso trece canciones que acompañasen a su himno en Come Here: The Florida Years, álbum autoeditado en 1999 que evidenció una vez más que los desgarros que provocan su voz y su guitarra hunden sus raíces en el folk, el country y el blues. (Nota. Come Here también puede localizarse en otros dos trabajos editados por Chapter Music: Finally, recopilatorio de 2005, y Loving Takes This Course: A Tribute to the Songs of Kath Bloom, tributo erigido en 2009 por Bill Callahan, Devendra Banhart, Mark Kozelek, Josephine Foster y Scout Niblett, entre otros.)

 

 

© Raúl Pedraz, junio de 2013