Americana 2015: Rich Hill / Dear White People

Márgenes (sociales)

 

Las temáticas sociales, especialmente aquellas que surgen del documental o del interés de plasmar conflictos reales desde la ficción, encuentran en el cine independiente un aliado excepcional. De ahí que en esta nueva edición del Americana no hayan faltado ejemplos varios de películas centradas en realidades sociales. Desde la no ficción, Andrew Droz Palermo y Tracy Droz Tragos se acercan en Rich Hill al día a día de tres adolescentes que residen en la ciudad que da título a la película, situada en el estado de Missouri. Al contar algunos aspectos de las vidas de Andrew, Harley y Appachey, los realizadores construyen una realidad social francamente dura y muy alejada del sueño norteamericano. La falta de trabajo, enfermedades que no son decentemente tratadas, un sistema judicial injusto son algunas de las causas de que la existencia de estos chavales y sus respectivas familias se aleje del triunfalismo que se vende de Estados Unidos. El país de las oportunidades, que celebra holgadamente su patriotismo como vemos en la propia escena final de Rich Hill, da la espalda a muchos de sus ciudadanos y estos siguen llevando su mano al corazón cada vez que suena The Star-Spangled Banner y ven ondear la bandera de barras y estrellas. Estados Unidos o Dios como figura paterna ausente, de eso trata Rich Hill, y nos lo resume muy bien el joven Andrew en una de sus últimas apariciones en el documental: “Rezo cada dia a Dios, pero nada pasa. Dios debe estar muy ocupado”.

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Rich Hill

Otro de los momentos más sobrecogedores de Rich Hill lo protagoniza Delena, la madre de Appachey. Al ser preguntada por su hijo, explica su embarazo a los diecisiete años y define su vida a partir de entonces de la siguiente manera: “Pasé de vivir con mi madre a ser madre, no he tenido vida, no he tenido sueños ni esperanzas”. Precisamente este, el de las madres jóvenes, es otro de los temas sociales que el Americana ha puesto sobre la mesa gracias a Uncertain Terms, película que no pudimos ver y de la que nada podemos decir más allá de señalar su temática.

Dear White People

Durante 2014, las muertes en Missouri de sendos jóvenes negros a manos de policías blancos crearon un ambiente de fuerte tensión en Estados Unidos. Se ponía así de manifiesto que los problemas de discriminación racial no son fruto del pasado, y el Americana (y, por ende, el cine indie estadounidense) ha recogido en su cosecha anual ese conflicto en Dear White People. La película de Justin Simien ficcionaliza una serie de fiestas temáticas universitarias en las que hermandades de blancos llamaban a ir disfrazados de negros. Construido como una ópera pop (nos recuerda levemente a Love Exposure (Ai no mukidashi, Sion Sono, 2008) en su caótico orden y en la constante presencia de música), el filme opta por el camino del humor sarcástico a la vez que inunda su metraje con mensajes sociopolíticos, pero creemos que se queda a medio camino en ambos objetivos. Al buscar representar diferentes perfiles, cae en aquello que critica; al fin y al cabo, por mucho que representen a minorías dentro de la minoría, sus personajes son clichés raciales, sexuales y de clase.

Las drogas en Before I Disappear, las mentiras y las relaciones personales en internet mostradas en The Normal Heart, y la impotencia frente al sistema de Buzzard son otras de las temáticas sociales (o sociológicas) que preocupan al cine indie según el Americana. No tenemos espacio para más, pero en breve volveremos sobre la pista de Buzzard con un texto centrado en ella. Despedimos a Indiana, el neón se apaga, y conducimos perdidos pensando en la huida final de Ryan Gosling en Drive. Nuestro destino: Americana 2016.

 

© Mónica Jordan Paredes, febrero 2015