Americana 2015: The Better Angels / Wild Canaries / Listen Up Philip
Wannabe (auteurs)
A colación del Festival de Cinema d’Autor de Barcelona de 2013, hablábamos en esta misma web sobre la falta de personalidad que destilaban algunas producciones, sobre todo porque sus responsables trataban de emular a cineastas ya asentados y acababan por poner en jaque la etiqueta autor. La de independiente es mucho más tangible y demostrable, basta con comprobar la forma de financiación de una película, pero es cierto que dentro de este cine existen muchos directores con vocación autoral que, en el proceso de construcción de su identidad, canibalizan (o son canibalizados, quién sabe) por las figuras a las que admiran. En este Americana nos hemos encontrado algunos casos muy obvios, como también lo vimos en la edición anterior con una película tan flagrantemente artificial como En un lugar sin ley (Ain’t Them Bodies Saints, David Lowery). En aquella, la historia a lo Bonnie and Clyde (Arthur Penn, 1967) adoptaba las formas de Terrence Malick, uno de los autores con más reflejos en los últimos tiempos, pues es precisamente con él con quienes nos hemos vuelto a topar en The Better Angels (A.J. Edwards).
“The Better Angels es más Malick que Knight of Cups”, hemos oído y leído durante el festival. Este comentario, que busca legitimar la película al mismo tiempo que deslegitimar el cambio de rumbo que haya podido tomar Malick, nos habla (y mucho) de la comodidad visual, de cómo aceptamos lo conocido y desconfiamos de lo nuevo. Entre esas cábalas, nos acordamos del ejercicio acerca de la falsedad del arte que llevó a cabo Orson Welles en Fraude (F for Fake, 1973), pero también de la metacrítica que supuso hacia la falta de genuinidad del público y del experto el documental / performance Exit through the Gift Shop (2010) de Banksy.
En el caso de The Better Angels, la apropiación hay que mirarla en dos sentidos; la de un director novel hacia la figura de un autor reconocido, pero también la de ese autor (transfigurado en productor) hacia el recién llegado a la dirección. Sin duda alguna, The Better Angels emula al Malick de El árbol de la vida (The Tree of Life, 2011) y To the Wonder (2012), especialmente en lo que la relación maternofilial y su dinamismo de cámara se refiere; a El nuevo mundo (The New World, 2005) y La delgada línea roja (The Thin Red Line, 1998), en el gusto por la Historia; y de Malas Tierras (Badlands, 1973) y Días del cielo (Days of Heaven, 1978), su interés por la vida en ámbitos rurales. El resultado, muy forzado en la primera mitad, y más libre en la segunda, es una hipnótica película sobre los primeros años de Abraham Lincoln que, en vez de convertirse en un biopic para trazar la construcción del personaje histórico, juega a visitar posibles recuerdos de su infancia. Un filme interesante que, precisamente por la alta influencia de su productor, acaba por sentirse falso, deshonesto.
En Wild Canaries (Lawrence Michael Levine) y Listen Up Philip (Alex Ross Perry), en cambio, la influencia de Woody Allen es, aunque obvia, parte de un ADN que acaban de aderezar sus creadores. En la primera, estamos ante una suerte de remake à la mumblecore de Misterioso asesinato en Manhattan (Manhattan Murder Mystery, 1993), donde, al igual que ocurría en la película de Woody Allen, el thriller se filtra en la aburrida vida de una pareja. El resultado, con divertidas réplicas de uno a otro y con la exageración como compañera fiel, es un relato ligero y de trazo grueso que emplea el misterio como macguffin, pues el filme no deja de ser el reacercamiento de una pareja que estaba distanciándose. En esto, y aunque podamos despertar la risa de algún lector, nos recuerda al efecto que tenía en el matrimonio de Eyes Wide Shut (Stanley Kuburick, 1999) toda la trama cuasi onírica de Tom Cruise; aquella película finalizaba con un pragmatismo sonrojante en el que el personaje de Nicole Kidman le decía a su marido: “Hay algo muy importante que debemos hacer lo antes posible. Follar.” Con ello, el matrimonio (por aquel entonces también lo era en la vida real) retoma la trama principal del filme y deja las fantasías sexuales de lado. Curiosamente, y solo a modo de anécdota, la pareja de Wild Canaries la conforman el director de la película, Lawrence Michael Levine, y su esposa, Sophia Takal, actriz y también directora.
Lo de Listen Up Philip es un batiburrillo alleniano entre Maridos y mujeres (Husbands and Wives, 1992) (especialmente en el apartado visual) y, como decía el compañero Manu Argüelles, Desmontando a Harry (Deconstructing Harry, 1997), sobre todo porque el humor de Listen Up Philip emula al más negro que nunca que utilizó Allen en esta. Por lo demás, la película se construye alrededor del narcisismo de su protagonista, un escritor misántropo y ególatra, un intelectual asocial cuyas relaciones se van deteriorando una a una ante su sorpresa. El efecto taladrador de su voz en off, un narrador omnisciente que nos retrotrae al mundo literario del personaje, funciona al mismo tiempo como complemento al protagonista. La película, y aquí de nuevo algún lector se pueda reír, no está muy lejos de Birdman (A. González Iñárritu, 2014); forma y fondo se funden para hablar del yo de unos individuos muy pagados de sí mismos, artistas que se piensan el centro del mundo y cuyas vidas merecen ser aplaudidas y… narradas.
© Mónica Jordan Paredes, febrero 2015