Entrevista a José Víctor Fuentes y David Pantaleón sobre ‘Un volcán habitado’

“Muchas veces, la imagen nos encontraba a nosotros”

José Víctor Fuentes y David Pantaleón nos reciben durante el festival L’Alternativa, en Barcelona, en el que presentan Un volcán habitado, film en el que vemos imágenes de la erupción volcánica del año 2021 en la isla de La Palma, en Canarias, mientras oímos los intercambios de impresiones de un grupo de WhatsApp formado por amigos de los propios cineastas. La película ha obtenido el premio DOCMA de largometraje en L’Alternativa “por la destreza a la hora de retratar la impotencia del ser humano que se encuentra atrapado entre la voluntad de la vida y la fascinación por la naturaleza”. Más recientemente, ha recibido también el premio a la mejor película de la sección Escáner del festival Márgenes.

David Pantaleón y José Víctor Fuentes

Habladme del proceso de montaje. Este es un film donde el montaje es especialmente importante.

David Pantaleón: En realidad, es una película que hemos escrito en la sala de montaje. Nos hemos dado un año para montarla, ha sido un trabajo de orfebrería. Víctor y yo trabajamos como directores y Fernando Alcántara como editor. Decidimos no estar los tres siempre juntos trabajando en la mesa de montaje. Establecimos unos procesos de trabajo: los lunes quedábamos, veíamos material, marcábamos las líneas de avance y, hasta la semana siguiente, no volvíamos a estar juntos. Eso fue clave para no saturar el proceso de montaje, que tenía que ser igual de minimalista que los materiales de la película.

¿Trabajasteis entonces sin guion?

D.P.: Sí. Al principio, no estaba previsto hacer una película, solo queríamos grabar y guardar las imágenes por si algún día las usábamos. Si hay un espectáculo al lado de tu casa, tienes que grabarlo. Somos cineastas. Y el volcán estaba a quilómetro y medio de mi casa. Poco a poco, nació la idea de hacer una película. Viajamos en coche por la isla buscando perspectivas del volcán y el grupo de WhatsApp de los amigos de José Victor se convirtió en un testimonio de referencia en primera persona, alejado del amarillismo de las noticias del último minuto. Al escuchar esos audios tan reales en un tono tan íntimo, nos dimos cuenta de que era el material que podía estructurar una película y surgió la idea de hacerla.

Plinio el Joven fue testigo de la erupción del Vesubio y vio asfixiarse a Plinio el Viejo, que quiso presenciar el fenómeno de cerca. Algo similar al señor del sombrero que aparece en tu película de espaldas. Por su parte, Plinio el Joven dejó una descripción muy detallada de todo lo que vio. Gracias a su texto, a ese tipo de erupciones se les llama “erupciones plínicas”. ¿Me podéis hablar de esa figura recortada contra el volcán?

José Víctor Fuentes:  Todo lo que íbamos rodando era lo que nos íbamos encontrando por el camino. O sea, no provocamos nada especial para que sucediera. Ese señor, Rafa Navarro, es un actor y director de cine de Gran Canaria que admiramos muchísimo. Estaba ahí porque yo tenía previsto rodar un corto con él que no tenía nada que ver con el volcán. Pensé que, ya que estaba en La Palma, podía rodar las dos cosas a la vez. De alguna forma, representa el enfrentamiento entre el ser humano y la naturaleza. Lo grabamos porque nos gustó la imagen, no estaba previsto, pero podría ser una evocación del western. El ser humano tratando de enfrentarse a la naturaleza: sabe que tiene la batalla perdida pero, hasta el último momento, se pone en riesgo. 

D.P.: Es una película en la que el planteamiento temporal del rodaje es particular. Sabes cuándo empieza la erupción, pero no sabes cuándo va a acabar. La mayoría de las veces, encontrábamos cosas durante la búsqueda. Fuimos movidos por la intuición a ciertos lugares que nos parecían interesantes, como la iglesia de Tajulla, con todos los voyeurs mirando o grabando el volcán, igual que nosotros.

J.V.F.: Muchas veces, la imagen nos encontraba a nosotros. Y decíamos: ¡Dios, esto es lo que yo quiero contar en la peli!

«Un volcán habitado»

En cuanto a las variaciones sobre el mismo tema, o sea, el volcán, cómo filmar el volcán, ¿cuáles fueron vuestros planteamientos?

D.P.: Pues igual que el de cualquier voyeur. No teníamos ningún permiso de trabajo para llegar más cerca ni nada.

J.V.F.: Tampoco lo intentamos conseguir. No era ese tipo de película. 

D.P.: Nos parecía que era importante trabajar desde un punto de vista colectivo, ya que es una película colectiva y habla de una colectividad. Era importante trabajar solo con los puntos de vista comunes a todo el mundo. Hay algo hipnótico en el volcán cuando lo filmas, pero teníamos limitaciones porque no nos podíamos acercar todo lo que queríamos. Empezamos a buscar diferencias donde casi no las hay: los lugares desde donde poder filmar eran muy limitados. Se trataba más de tener paciencia y disfrutar de ese hipnotismo.

J.V.F.: Y de tratar de reflejar la cadencia del volcán. Era un loop: cada día tenía sus matices y la erupción duró tres meses. Yo vivía más al norte del volcán, estaba en primera línea, pero nunca me pasó nada. La idea era captar lo que pasaba delante de nosotros con cierta alegría.

El peso de la tradición, tan presente en tus trabajos, parece haberse trasladado en el último largo el relato de la abuela (memoria histórica) que recuerda todos los volcanes que ha visto erupcionar mientras borda.

J.V.F.: Estábamos buscando cosas relacionadas con el volcán para poder contar una historia que no teníamos predefinida. Un amigo me mandaba fotos de la madre de su suegra, Teresa. En las fotos aparecía esa señora tejiendo con el volcán de fondo en la ventana. Fue una de las pocas personas a las que fuimos a ver intencionadamente. No la conocíamos de nada. Fuimos allí y estuvimos casi un día entero para poder vivir el volcán como lo vivía ella. Era una vecina privilegiada.

D.P.:  En casi toda la película hay una búsqueda de la imagen. En este caso, nos llamó la atención la existencia de una señora desde cuya alcoba podía verse el volcán. Estando allí, descubrimos su relato. Hicimos un trabajo muy observacional. Plantamos la cámara y tuvimos paciencia para que sucedieran cosas en un marco y con un personaje que nos parecían interesantes; y, de repente, surgió ese elemento casi mágico. Ella se convierte en un oráculo dentro de la película que habla del pasado, del presente y del futuro. Con un «rollo» local, pero a la vez universal. Define el carácter de los pobladores de la isla, que en medio de esa catástrofe son capaces de hablar sin ningún tipo de histrionismo o melodrama, con mucho temple y una gran capacidad para encontrar la palabra necesaria para el otro intentando huir de las urgencias y de las tragedias.

En Rendir los machos (2021), el encargo que tenían los hermanos vence su conflicto y a esa naturaleza sobrecogedora e intimidante que los empequeñece. En Un volcán habitado, los últimos mensajes y los últimos planos de conjunto, ya sin voces humanas y con una gran prevalencia de gestos y miradas, hacen que se impongan los vínculos humanos sobre la fuerza de la catástrofe.

D.P.: En Un volcán habitado, lo humano era clave después de haber construido una película donde no hay personajes o, al menos, no se ven nunca. Era importante mostrarlos en una imagen, ver la edad que tienen. Eso le da a esta película coral un componente emocional que entendemos que es esencial.

J.V.F.: Nos damos cuenta de que nos enfrentamos a un grave peligro, en este caso es el volcán: el ser humano contra el volcán. Al final, aunque parezca que no, gana el grupo de amigos. A ellos no se los puede llevar el volcán. Es una película de las de antes, de las que veía mi padre. El muchacho mató al bandido y se casó con la muchacha. La silueta recortada contra el volcán que mencionabas antes también es una reminiscencia del western. Podría ser la silueta del cineasta grabando el volcán a contraluz. Es el enfrentamiento del tú a tú. ¿Quién gana?

«Un volcán habitado»

Hay críticos que dicen que Werner Herzog filma la naturaleza como un otro, como la otredad. Un volcán habitado también tiene ecos de Herzog.

J.V.F.: La película también habla de la atracción por el abismo. En este caso, tenemos el abismo perfecto, que es el volcán. Y desde ahí también podemos relacionar el film con todo el romanticismo alemán, con la pintura de Caspar David Friedrich. El plano de la silueta es Friedrich pero, en vez de estar ante un mar tormentoso, está ante un volcán. 

David, tú hablas siempre desde un universo muy masculino. Construcción de una nueva masculinidad desde la palabra y la transmisión de las emociones.

J.V.F.: Eso es súper guay. Hemos hecho una película en la que el hombre, el macho, no es el superhéroe que salva el mundo. Era lo que estaba pasando en ese momento. Son mis colegas. Ninguno de ellos supo hasta el final que les estábamos grabando para la película. Nos encanta ese retrato porque refleja lo que está pasando hoy en día. Y, en mi grupo de amigos, hay gente de todas las clases sociales y colores políticos, pero todos son iguales.

D.P.: Queríamos construir a partir de la intimidad real. Ellos no sabían que estaban siendo parte de una película y eso nos permitió que hablasen desde la más absoluta honestidad, desde la inocencia de no saber que eso iba a ser registrado. Sin estar condicionados, nos muestran una realidad que va más allá de los arquetipos o de las ficciones construidas en torno a la masculinidad. Muestra una nueva masculinidad con un componente de escucha, de solidaridad, de respeto. Y ese es uno de los valores de la película, ¿no?

J.V.F.: Normalmente se representan las relaciones mediatizadas por el otro género. Aquí tenemos hombres relacionándose con hombres. Y no alteramos nada, se muestran totalmente naturales. Estaba seguro de que se verían bien a sí mismos.

D.P.: Cuando uno construye una película, existen muchas posibilidades para poder armarla. Y se nos pasó por la cabeza la idea de que quizá había que coger audios de otros grupos y no solo de uno para que hubiera otro target, para que no fuera una película sesgada en la que solo hablaran hombres. Pero acabamos desechando esa idea y ciñéndonos a la realidad que teníamos delante. No queríamos hacer un pastiche que respondiese a la exigencia sociocultural del momento. Estas decisiones dan un poquito de vértigo pero son importantes. Hay que ser honestos con el material que uno encuentra y ver qué película hay dentro de ese material. Aquí fue clave Fernando Alcántara como montador, que nos ayudó a comunicarnos de una forma menos ególatra dentro de la construcción de la película. El proceso ha sido atípico pero súper agradable.

J.V.F.: A mí, el montador me pausó. Yo era muy ansioso, quería que la película acabara antes. Pero él me pausaba. Y esas pausas ayudaron a limar la película en la sala de montaje. La película misma se despojaba de un montón de cosas. Cualquier cosa que fuera externa a lo que habíamos sentido o vivido durante el rodaje se autoexpulsaba en el montaje.

D.P.: Quizá sea el volcán más filmado de la historia. En algún momento, pensamos recurrir a otros materiales que no eran nuestros para ver si podían encajar en la película, pero vimos que no tenía sentido. Nuestro punto de vista era muy íntimo y muy honesto, y nos dio la libertad necesaria para construir la película.

«El naciente»

David, el caso del corto que presentas en esta edición de L’Alternativa, El naciente, recurres al elemento fantástico y la naturaleza obra un pequeño milagro biológico.

D.P.: Este corto está hecho en el contexto del Festivalito de la Palma, al que llevo yendo casi toda mi vida: he ido a dieciséis ediciones. Allí te dan un tema y tienes que rodar una película y estrenarla en una semana. Se trata de un juego. Tengo una filmografía hecha en torno a ese juego desde que empecé a ir a ese festival. En este caso, el tema que nos dio el festival era: “Yo no quiero madurar, no soy un aguacate”. Y ese lema me dio para construir una historia sobre la fuente de la eterna juventud.

J.V.F.: Cumplíamos dieciocho años como festival y hay un grupo canario que tiene una canción que dice: “Me niego a madurar, no soy un aguacate”. El grupo se llama Ojalá Muchá y me pareció grandioso como tema. Explica claramente lo que somos los canarios.

 

© Mireia Iniesta, diciembre de 2023