Entrevista a Gala Hernández López en Las Palmas

“Hoy todo es visible, no queda nada que no tenga imagen, incluso el futuro”

Gala Hernández López acudió al 23º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria para presentar su cortometraje for here am i sitting in a tin can far above the world (2023). Tuvimos la oportunidad de conversar con ella alrededor de este ensayo distópico construido a partir de imágenes de Youtube que su autora describe así: “Una mujer sueña con una futura crisis económica que afecta el mercado de las criptomonedas. Miles de personas han sido criogenizadas en espera de tiempos mejores… [Esta] es una película epistolar psicodélica vertiginosa y cargada de inquietud. ¿Estamos todos nosotros suspendidos o caemos en el vacío? ¿Y qué extraña relación guardamos con el futuro?”.

A continuación, compartimos por escrito las reflexiones de Hernández López, que van acompañadas de fotografías tomadas por Marta Jordi y de capturas pertenecientes a for here am i sitting in a tin can far above the world . En el filme, la cineasta recurre a la pantalla partida para relacionar “conceptos binarios”; un método que ya exploró en su vídeoensayo publicado en Transit en 2018: “La fe de Vertov y Val del Omar”.

Orígenes

Llevo mucho tiempo investigando las criptomonedas, y en esta investigación me leí Digital cash: the unknown history of the anarchist utopians and technologists who invented cryptocurrency (2019), un libro del que hay muchas citas en la película escrito por el investigador y profesor de California Finn Brunton. Es una especie de historia sobre las comunidades en las que se empezó a inventar el dinero digital, antes de que las criptomonedas y de que el Bitcoin funcionasen. En ese libro descubrí a los extropianos, a los que se les dedica todo un capítulo que trata el mismo asunto que el de mi corto.

Comunidades

El protagonista de la película pertenece a los extropianos, que son una comunidad tecno-optimista respecto al futuro Aunque no sé si hay un protagonista como tal porque al final es un ensayo bastante onírico y a la vez teórico. Pero digamos que este se llama Hal Finney y es un personaje real; un señor americano que pertenecía a la comunidad de los extropianos fallecido en 2014 y del que encontré mucha información online, incluso sus home movies. Formaba parte tanto de la comunidad de extropianos como de la de los cypherpunks, que son criptógrafos. Estos eran ingenieros informáticos muy preocupados por la privacidad online y por el respeto del anonimato online, que dieron lugar al nacimiento de las criptomonedas. Finney desarrolló una especie de proto-criptomoneda llamada RPOW que no acabó de funcionar, pero fue un hombre conocido, que dejó su huella en la historia de las criptomonedas. De hecho, fue la primera persona que recibió una transacción Bitcoin por parte del creador Satoshi Nakamoto, que es una persona anónima, de quien a día de hoy todavía no conocemos la identidad. Finney ayudó también a Satoshi a mejorar el código y solucionar los problemas de protocolo en los inicios de Bitcoin.  

Antes de morir de ELA, Finney decidió criogenizarse y pudo hacerlo gracias a la comunidad Bitcoin, que aportó una donación muy importante en criptomonedas. En aquella época los Bitcoins ya eran muy valiosas y con ese dinero pudo financiar su animación suspendida, que es como se llama la criogenización, y es un poco de donde surge for here am i sitting in a tin can far above the world. O sea, el corto surge gracias a esta persona, que se criogeniza porque pertenece a los extropianos que creían en esto, y que creen aún en esto. Son transhumanistas, ya que defienden que el hombre puede ser aumentado y mejorado por la tecnología. Entonces empecé a pensar en los vínculos entre criptomonedas y criogenización como dos tecnologías especulativas para las cuales el futuro se convierte casi en una especie de asset o activo financiero, con el que se puede especular. Es decir, en una especie de visión del futuro muy optimista, que pone muchas expectativas en que todo se va a solucionar en el futuro.

Todo el discurso de la comunidad cripto se basa en que las criptomonedas aún no han sido adoptadas masivamente por la población general, y que ellos son los primeros, la vanguardia que está experimentando con esas monedas digitales. Por ello, tienen una especie de discurso mesiánico sobre un momento escatológico que llegará; una especie de apocalipsis que surgirá cuando dejen de funcionar las monedas fiat, las que utilizamos todos los días como el dólar o el euro, por el colapso del sistema financiero. Y entonces allí vendrá el esplendor de Bitcoin y de las otras criptomonedas.

La criogenización es un poco similar. Por ahora no funciona, no se tienen las capacidades científicas y tecnológicas de congelar a alguien, aunque se trate más bien de vitrificar a un individuo y luego reanimarlo, devolviéndole a la vida. Es una tecnología completamente especulativa en la que la gente está desembolsando sumas enormes de dinero, pero que no ofrece ninguna garantía. Lo mismo ocurre con el Bitcoin, que un día está a setenta mil dólares y otro a quince mil. Son activos financieros muy volátiles.

En esa volatilidad y en esa incertidumbre es donde me interesaba introducir la película. Porque me parece que esa incertidumbre es la que permite esa especulación. Y esta actitud súper-especulativa respecto al futuro. Y este es un poco el universo ideológico anarco-capitalista en el que se mueven estas comunidades.

Cosmovisiones

Dado el mundo en el que vivimos, sobre todo por la emergencia climática, tengo una certeza muy cotidiana, o una sensación de proximidad, de colapso inminente. Quiero decir que vivo inmersa en esa sensación de que todo lo que estamos viendo en cualquier momento va a colapsar. Y creo que no soy la única. Porque además tenemos evidencias científicas y suficiente información contrastada, y datos, que nos demuestran que puede ser así, que va a ser así si no hacemos nada para cambiar las cosas.

Entonces, por un lado, hay como esta inevitabilidad de la catástrofe, de un futuro horrible, para la humanidad y para el planeta. Y, por otro lado, hay todo un discurso brillante y de purpurina que nos vende el capitalismo, especialmente con el motor de Silicon Valley: el de un capitalismo digital y computacional, que ofrece una especie de tecnosolucionismo y tecnoptimismo en el que el progreso es inevitable. Según esa visión, todo está dirigido y no se puede frenar, y las tecnologías, tal y como dice la voz en off en la película, son como el futuro, que es “ese disolvente universal capaz de disolver cualquier cosa que pueda significar un obstáculo para la economía”, cualquier fricción. El futuro es lo que permite tener esta unidireccionalidad imparable que permite disolver todo lo que obstaculice el funcionamiento del libre mercado.

Yo misma me siento atrapada en esta disonancia cognitiva, ya que utilizo las nuevas tecnologías todo el rato y siento cierta fascinación, quizás también por mi generación, por internet y la inteligencia artificial, aunque tenga esa conciencia de que hay que hacer algo para frenar todo esto. Y a la vez esta maquinaria parece que no se puede frenar.

Me parece que los extropianos y los criptoentusiastas son culturas y comunidades muy masculinas, y creo que no es un detalle, sino un elemento bastante relevante. Hay una especie de negación de nuestros miedos, de negación de nuestros límites, de nuestra vulnerabilidad (…) Y esta negación… digamos que hay un pánico que está ahí, un miedo a la muerte también, por la criogenización, un miedo a la precariedad. Y todos esos miedos y vulnerabilidades se tapan y se niegan con este tecnoptimismo, con esta cosa de “todo lo vamos a poder solucionar” con estas tecnologías que a día de hoy no funcionan. Ni la criogenización ni las criptomonedas. Las cripto han hecho ricas a algunas personas, pero la grandísima mayoría, y de esto hay datos que lo demuestran, el ochenta o noventa por ciento de los compradores de criptomonedas pierden dinero, no ganan dinero. Porque es una burbuja puramente especulativa. Es un mercado puramente especulativo en el que no hay realmente una generación o una producción de valor.

Todo esto para decir que lo que me interesaba era explorar esa tensión en la que vivimos todos. Que es una tensión en el corazón de nuestra relación con el futuro. Como humanidad, como sociedad, como especie, qué relación tenemos con el futuro. Y al final de la película mi conclusión es que lo que me da miedo de este tecnoptimismo y esta cosa tan propositiva y optimista respecto al futuro, es que pueda hacer que no cuidemos del presente de la manera que tendríamos que cuidar. Y que no cuidar del presente es la manera de boicotear el futuro. Realmente lo único que tenemos por ahora es el momento presente en el que estamos todos, y es el momento que todos compartimos como especie. Este segundo en el que yo estoy hablando, tú estás escuchándome, y hay una serie de millones de seres humanos que están vivos, y estamos compartiendo este momento en la Tierra. Creo que esto es lo único con lo que se puede especular. Es lo único que tenemos. Lo demás es imaginario. E ideología.

Correspondencias

Todas las imágenes son archivos de Youtube. Hay un solo plano que hicimos nosotros, que es animación 3D. Es el plano que necesitábamos y que no podíamos encontrar en un archivo. Es uno de los primeros planos de la película, cuando ella describe su sueño. En la crisis financiera, o pesadilla financiera, que mostramos hay un pensamiento de mucha gente que considera que debe comprar Bitcoin porque si sacan sus ahorros en medio siglo, o en doscientos años, serán multimillonarios; el valor crecerá exponencialmente. Esto se debe a que las criptos son deflacionistas y nunca podrá haber inflación, porque hay un límite de 21 millones de Bitcoins. De ahí esta idea de que la gente se criogenice y se ponga a dormir hasta que las inversiones suban a su máximo.

Muchas de las imágenes de archivo que seleccioné tienen que ver con el espacio, con los satélites, y también con lo microscópico. Hay mucho macro y mucho micro. Hay escáneres cerebrales también, resonancias magnéticas, hay mucha imagen médica. Esto tiene que ver en parte con la enfermedad de Hal, su muerte y deterioro físico. Pero para mí más que nada lo que quería mostrar era esta idea de la predicción. Es decir, esta idea del futuro, de que ahora mismo vivimos en la era de la previsión y de la predicción; en una sociedad obsesionada por prever el futuro y mediante esa predicción poder gobernarlo, poder controlarlo. Porque nos da mucho miedo todo lo que no podemos controlar.

Pero antes de eso, de esa era de la previsión, hemos vivido en una era de la omnivisión. Hay muchos teóricos de la imagen y de los medios que hablan de esta idea de que el hombre ha inventado muchas máquinas de visión para poder acceder y producir imágenes de todo. Incluso por debajo de la superficie de las cosas. Los rayos X, las radiografías, los escáneres cerebrales, un microscopio, nos permiten ver más allá de lo que nuestros ojos pueden ver. A mí me interesaba generar este imaginario de que todo tiene una imagen, de que todo es visible, todo se puede ver… Hoy ya no queda nada que no tenga imagen, con todas las máquinas de visión que hemos inventado, incluso el futuro. Incluso ya lo que nos queda como territorio al que ponerle una imagen es el futuro. Entonces pasamos de la omnivisión a la predicción, a la previsión. Este era uno de los criterios para elegir los archivos de Youtube. 

Luego están las imágenes que tienen que ver con la caída, como decía. De gente cayendo. Hay una mezcla de imágenes de videojuegos, de personajes de videojuego cayendo al vacío. Esto son recopilaciones que hay en Youtube. Imagino que de gamers, o de gente que está muy metida en ese mundo, y que cuelga vídeos de las cien mejores caídas de videojuegos. Hay realmente como mashups de este tipo de contenido. Y claro, como en realidad todo el proyecto viene de un detalle muy minúsculo, la idea de esta película surge de este concepto de la animación suspendida. Este fue el origen. Que es como se llama la criogenización: animación suspendida. La gente que está criogenizada está suspendida, es como le llaman las empresas que hacen esto.

A mí esta expresión me evocaba muchas cosas, me parecía muy poética, y me obsesioné mucho con lo de animación suspendida. Ahí empecé a explorar esta tensión estética, los motivos de la suspensión y de la caída. Me hacía ciertas preguntas… ¿Como sociedad estamos suspendidos en una especie de gesto especulativo, o de espera especulativa, de un futuro mejor? ¿O estamos cayendo en el vacío, en una especie de colapso? Ahí es donde vienen todas esas imágenes de gente cayéndose, gente saltando, algunos son saltos con trampolín, otras de astronautas en el espacio. Esta idea me animó mucho en la búsqueda de imágenes en Youtube porque cuando se está cayendo, a una velocidad suficientemente rápida, el cuerpo no puede diferenciar entre caer y estar suspendido. Esto es real. Una persona que está cayendo en el vacío, que se tira por la ventana de un edificio, a nivel físico pierde la noción de que está cayendo y puede sentir que está suspendido cuando desciende.

A mí esto también me obsesionaba mucho… ¿Puede que estemos cayendo y no nos demos cuenta, y pensemos que estamos suspendidos? ¿Puede que creamos en todas estas tecnologías pero en realidad estemos cayendo? ¿Es un fracaso colectivo? Así es cómo elegía las imágenes. Y luego el tema del montaje, lo de la pantalla partida, lo tuve muy claro también desde el principio. Primero porque había dos conceptos que quería poner en diálogo en la película, que eran las cripto y la criogenización. Y me parecía que había muchos conceptos binarios que me invitaban a usar esa split screen, como son cripto y criogenización; caída y suspensión; optimismo y pesimismo. Me parecía que había una dialéctica de contrarios, o de conceptos, tal vez contrarios no, que me hicieron elegir esta idea de la pantalla partida. Y de ver cómo poniendo una imagen al lado de la otra, una puede ayudar a dar una connotación o una interpretación a la imagen que hay al lado. Muchas veces cuando en un lado hay algo muy high-tech o muy tecnológico, en el otro lado hay una inundación, un incendio, un accidente de coche, o un terremoto. Hay muchas imágenes de catástrofes naturales. Aunque ella nunca lo dice, en la voz en off no se menciona la catástrofe directamente, pero sí está como imaginario presente en las imágenes. Siempre me ha interesado mucho el montaje espacial, en el plano, el collage de muchos vídeos dentro del mismo plano. Y ver esa dialéctica de las imágenes más allá del montaje temporal, de Kuleshov, de poner un plano detrás del otro, y ver cómo eso resignifica los planos.

Correlaciones

La voz en off fue de las primeras cosas que escribí, pero al principio no era una voz en off, era texto sobre la imagen. Hay una primera versión de montaje en la que todo lo que dice la voz estaba escrito en la pantalla. Luego me di cuenta de que era demasiado teórico, demasiado denso, para que eso se sostuviera y fuera agradable para el espectador. Decidí que lo tenía que leer alguien. Y lo que me interesaba era dar con una voz que fuese un poco lo contrario de Hal en contraste con ese aspecto binario de la película. Una mujer en vez de un hombre. Una chica joven en vez de un hombre de cierta edad. Y cómo esa identidad de las dos voces en realidad son dos mundos y son dos paradigmas. Un señor, un boomer, Hal era un boomer. Y una chica millennial, que sería mi generación, una generación que quizás tenemos más conciencia o sentimos más esa solastalgia o miedo al colapso, a la emergencia climática y demás.

Sabía muy claramente que tenía que ser ese tipo de voz. Aunque nunca se le ve. Pero que el personaje tuviera esa connotación, de estar como en las antípodas de Hal. Con todo lo que eso conlleva de cosmovisión, valores, identidad, momento histórico. Muchas cosas. Entonces elegí a una actriz española muy buena para que me hiciese la voz en off, Olivia Delcán. Y luego sí que quería que hubiese alguien que encarnase en algún momento la voz de Hal, y le pedí a un hombre americano de una edad parecida al personaje que me grabase algunas partes. Porque hay momentos en que lo que dice Hal lo dice una voz masculina.

Composiciones

Lo de David Bowie [el título de la película es, literalmente, un extracto de la canción Space Oddity] era porque me parecía que Hal Finney podría haber sido fan de Bowie, que le pegaba por su generación escuchar este tipo de música, y por ser americano. Y obviamente esta canción me pareció que tenía algo, aparte de que me encanta y es como un capricho estético. Cuando dice “estoy aquí flotando encima del mundo”, esta cápsula, ese tin can en el que está flotando el personaje de esta canción, podría parecerse o ser similar a la cápsula en la que Hal está criogenizado. “Far above the world”, como fuera del mundo, esperando a conectar con el mundo de nuevo, o volver a la Tierra, volver a la vida. Y entonces encontré ese vídeo en Youtube en el que había un señor cantando a capela, muy desafinado, la canción de Bowie. Y me pareció increíble, porque en su mal canto había algo muy bonito, algo roto. De algún modo, algo no acaba de funcionar en su performance; lo está intentando pero se le ven las aristas, las costuras. Su manera de cantar muy melancólica y un poco triste me parecía que encajaba para acabar la película. Y al acabar con esta secuencia de karaoke, porque salen los lyrics en la pantalla, me gustaría que la gente se pusiera a cantar… Y más si es una canción como ‘Space Oddity’, que es un himno, y que todo el mundo conoce, y reconoce.

Y luego, como último apunte, hay un efecto de sonido que está bastante presente en toda la película, que básicamente se consigue cruzando dos frecuencias opuestas y que te da la sensación de que hay una especie de caída infinita. Es como un “aaaaahhhhh” que uso en varios momentos. Cuando lo escuchas, parece que se está poniendo más grave, pero en realidad no, y nunca termina esa caída. Cuando estaba obsesionada con esa idea de la caída y de la suspensión, y de la animación suspendida y demás, pensé cuál sería el sonido de una caída que en realidad podría ser una suspensión. Y es este efecto. Es genial, es una locura. Es un tono llamado shepard tone y en Youtube puedes encontrar vídeos de literalmente diez horas con ese sonido de caída infinita. Son increíbles.

 

© Oriol Díez, mayo de 2024