Entrevista a Samuel M. Delgado y Helena Girón sobre ‘Bloom’

«Nos atraía la idea de filmar un territorio en fuga que se resiste a la conquista del ser humano»

Miércoles 19 de abril de 2023, cerca de las 22h en una terraza de El Muelle. Tras coincidir en la sesión de fotos matinal, nos reencontramos con Samuel M. Delgado y Helena Girón. Acabamos de asistir a la proyección de su cortometraje de dieiciocho minutos Bloom (2023), que participa en la sección competitiva de no-ficción experimental del 22º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria (1). Se trata de una categoría en la que se programan películas conceptuales y ensayos audiovisuales de «nivel temerario» en los que «el documental pierde su casto nombre» (2). Tras su exitoso paso por Róterdam, el título gana ese mismo sábado 22 de abril el Premio Banda Aparte (3).

Las cuestiones que pensábamos abordar quedan descartadas tras el visionado. La pieza no trata específicamente de la leyenda de una isla en movimiento, ni de los relatos al respecto, tampoco de las experiencias o vivencias de quienes los transmitieron. No se centra exclusivamente en el entorno de mar y nubes donde surge San Borondón, ni en los paisajes canarios de diferentes épocas donde aparece y desaparece este «territorio en fuga». Su estilo cinematográfico sugiere más bien un re-lectura introspectiva del mito, a partir de las tentativas de observación y catalogación de esta isla que surge como florece un capullo o yema, según indica el título en inglés. Sus ausencias y elipsis, la poesía en la composición visual y sonora, nos invitan a explorar otras vías en una conversación que se extenderá unos trece minutos.

Oriol Díez: Vuestra película habla de una isla, San Borondón, que aparece y desaparece. Es una isla que se mueve y desde el principio vemos que tiene una vida. Vemos, sin especificar mucho, diferentes tipos de seres, de fauna, de flora, de rocas. Y evidentemente la propia isla tiene su vida. ¿Nos podríais hablar un poco de ello?

Samuel M. Delgado: Lo que buscamos con la película es acercarnos a un territorio en fuga. Nos parecía interesante en el contexto actual retomar este mito de una isla errante. Una isla que se escapa a la aprehensión del ser humano. Precisamente para reflexionar sobre esa voluntad intrínseca a la especie humana de tratar de aprehender el mundo. Y aprehender el mundo también significa aprehender y catalogar las distintas especies vivientes. Ya sean vegetales, animales, humanas o no humanas, que pueblan un territorio. Dentro de esta fabulación que proyectamos sobre el territorio, buscamos trabajar con una ecología de habitantes que pueblan este lugar. Y que se compone tanto de seres humanos, especies animales que habitan en las profundidades abisales, y especies vegetales que también transitan hacia otros espacios que no les pertenecen. Como puede ser un museo, o los distintos sistemas de categorización que el ser humano ha creado con esa voluntad de aprehender el mundo. [Aquí Samuel hace un gesto con las manos que a continuación comentará y repetirá Helena]

Helena Girón: Sí, y lo vehiculamos a través de un gesto. También creo que es una película que trata de reflexionar sobre un gesto. Que es el gesto de agarrar. Que se vehicula a través del gesto de la propia mano pero también de una pinza mecánica. Que trata también de agarrar. Precisamente para catalogar después. Con todo lo que tiene a su alrededor. Esta idea también nos surgió de algo que descubrimos al investigar sobre ese gesto. El acto de agarrar es un instinto atávico del ser humano. El acto de agarrar algo en la mano con mucha fuerza. Que aprendemos en los primeros meses de vida. Se nos posa cualquier cosa en la mano y allí que lo agarramos. El acto de soltar, de abrir la mano, es un acto que hay que aprender. Que el ser humano debe aprender. Y de hecho cuando va perfeccionando esa técnica de agarre es también cuando puede empezar a explorar el mundo que le rodea. Entonces digamos que también es una película que va sobre un gesto, que es ese.

«Bloom»

O.D.- Precisamente, en algún momento vemos una máquina que nos sugiere esto. También hay la parte de observación. Observación y catalogación, como decían. Entorno a esta isla mítica, que ya de principio vemos que nos sugiere unos paisajes canarios. Supongo que en la superficie y en el mar también. En el mar que rodearía la isla como tal. Y después nos hablan también de diferentes épocas. Del siglo XVI, XVII, XVIII… Incluso ya desde el principio nos están explicando que ha habido intentos de conquistar esta isla. Y de apropiarse de algún modo de ella. Y quizás también apropiarse con la actitud de agarrar fuerte…

S.M.D.- En Canarias es un mito muy muy popular. Extremadamente conocido. El mito de la isla de San Borondón. Investigando en los archivos históricos se puede descubrir muy fácilmente las distintas misiones y los distintos encargos de corte imperialista, realizados por el estado español, para tratar de no solo cartografiar, sino conquistar ese territorio. Y esa idea de un territorio en fuga que se resiste a la conquista del ser humano nos parecía extremadamente sugerente. Esa imagen en un tiempo como el actual. Lo que nos parece interesante de plantear este mito desde el presente es que tiene mucho que ver con nuestra propia relación con el territorio. Que ahora más que nunca debemos repensar y cuestionar. Y algo que viene desde misiones de colonización y conquista de estos siglos, sigue perviviendo a día de hoy en nuestra voluntad de transformar el mundo a nuestro antojo.

H.G. – De hecho hemos leído cómo en los mapas medievales era habitual encontrar islas inexistentes. Un montón. Pero islas errantes, cartografías de islas errantes, no hay tantas. Esta característica de la isla errante realmente es muy genuina de este mito. De San Borondón.

S.M.D.- Sí, también nos parecía como algo intrínsecamente cinematográfico. Lo velado, lo que se resiste a la mirada, lo que se oculta, y lo que la mirada proyecta. Porque al final lo que propone la película es una proyección por medio de la mirada, en la cual transformar un territorio en un juego con este mito. Y hacer que esta isla aparezca ante nuestros ojos. Y desaparezca igualmente. Esa idea muy trabajada de cómo las imágenes nos miran a nosotros, nos parecía que formaba parte del origen del propio mito.

H.G.- Y luego también todo el tema de esa resistencia ligada al territorio, que siempre nos ha interesado mucho. Que de alguna manera ese monte submarino, que es el Tropic, que vemos también en la película, también mantiene. Porque a día de hoy tampoco hay la tecnología. La tecnología no es suficientemente avanzada como para poder explotarla. Entonces realmente todavía es un territorio protegido por la propia holografía, por las propias condiciones, su profundidad, etcétera. Que todavía a día de hoy tiene esa cierta resistencia, a su dominación.

S.M.D.- En relación a esto había una cosa que nos interesaba particularmente, en ese material que introducimos en la película, filmado por un robot submarino, en el monte submarino Tropic, que pertenece a una serie de montes submarinos que se llaman las Abuelas de Canarias. Porque viene a ser como una especie de archipiélago sumergido que está al suroeste de las Islas. Fueron islas emergidas en algún momento. Y ahora mismo están a 4.500 metros de profundidad. Y este artificio técnico para generar sus imágenes tiene necesariamente que ejercer una violencia que tiene que ver con lo que se vislumbra. Porque a esa profundidad la oscuridad es absoluta. Y las especies animales que vemos en esta profundidad nunca han percibido la luz. Entonces estamos viendo imágenes de lugares y seres que nosotros vemos por primera vez. Pero que ellos mismos nunca antes habían visto la luz. Este juego entre lo velado, la luz y la penumbra, nos interesaba para vincularlo también con este mito.

«Bloom»

O.D.- Finalmente, nos gustaría que nos hablasen del estilo, de la relación entre forma y fondo, porque la película tiene una calidad poética, visual y sonora excepcional. También un ritmo muy interesante. No sé si se puede entender como un viaje de la superficie a la profundidad. Lo que han dicho también que tiene que ver con la idea cinematográfica de lo que aparece y desaparece. Las diferentes texturas a nivel visual y sonoro…

H.G.- Sí, tiene mucho que ver con eso que ha dicho. Ese viaje hacia la oscuridad. También un poco hacia la propia alma humana. Introduciéndonos en esa oscuridad y en ese último deseo tan incumplible que tiene que ver con intentar agarrar lo que no nos pertenece, o lo imposible. Esa obsesión tan genuina de Occidente sobre todo. Y con respecto al estilo llevamos muchos años trabajando técnicas de revelado manual. Algunos fragmentos se filmaron con película de 16 milímetros. Y toda esa parte está revelada artesanalmente. Por eso tiene esa textura, ese grano tan plástico. Y luego también lo más difícil como siempre es llegar a cómo combinar materiales de naturaleza tan diferente sin romper la experiencia de la película. Sin hacer una fragmentación de esa experiencia cuando uno lo está viendo. Y eso es trabajo de montaje sobre todo. Ver de qué manera esa transición se habilita y es posible. Que aquí fue como dice a través de la caída del día, de la llegada de la noche, y la bajada a esas profundidades del océano.

S.M.D.- También nos interesaba mucho la idea de estas texturas que de alguna forma hacen que la imagen se mueva como entre lo… como en un territorio liminal. Que tenía mucho sentido con lo que comentábamos antes del juego entre lo visible y lo invisible. Por momentos hay imágenes que son tan rotas en cuanto a textura que están en el límite de lo visible. Y nos parecía que allí residía la potencia de ese material. Y en relación al diseño de sonido también trabajamos con esa idea de generar experiencias inmersivas. Que hagan que la sala de cine se convierta en una cápsula en la que, como es su cometido, los cuerpos desaparezcan. Y en ese desaparecer de los cuerpos puedan generarse viajes más sensoriales. Más táctiles. Y el sonido tiene una cualidad especial en ese sentido. Porque a diferencia de la luz el sonido, como estamos escuchando ahora, es vibración. [Señala sonriente fuera de campo una fuente de ruido externa]. Y no lo escuchamos solamente por los oídos. También hay escuchas óseas, esa cosa más física que hace el sonido cuando nos golpea. Entonces nos gusta trabajar con frecuencias que a veces no buscan tanto generar timbres reconocibles como sensaciones de vibración.

«Bloom»

 

© Oriol Díez, mayo de 2023

 

(1) Según la sinopsis del filme incluida en el Catálogo del Festival: «Todo el mundo que ha pasado algún tiempo en el archipiélago canario, ha oído hablar de la leyenda de la esquiva isla de San Borondón. Durante siglos, poetas, aventureros, geógrafos y lunáticos la buscaron en vano hasta que, finalmente, se hizo materia a través del objetivo de una cámara cinematográfica.»

(2) Escribe Antonio Weinrichter en su texto «Banda Aparte: el cine por venir» para el Catálogo del Festival: «Dos ejercicios de geografía alucinada evocan mundos antiguos y memorias ocultas. BLOOM, de la pareja de cineastas de la casa Helena Girón y Samuel M. Delgado, añora la isla de San Borondón, ínsula mítica y quizá errante que se pensaba cercana a las costas canarias. La película imagina esta pequeña Atlántida en el monte submarino Tropic, recientemente hallado a 4.500 metros bajo el océano.»

(3) Nos recuerda la nota de prensa publicada en la web del Festival, que para los integrantes del jurado de la sección Banda Aparte que le otorgaron el Premio, Paula Rodríguez Polanco, Claudia Claremi y Sergio Gomes, el trabajo de la pareja de cineastas canarios Helena Girón y Samuel M. Delgado es digno de resaltar por tratarse de una obra “con la superposición de diferentes capas geológicas y temporales, un celuloide artesanal que nos lleva a las profundidades de mundos perceptibles e imperceptibles, visibles e invisibles cuestionando la relación humana con la captura, la clasificación y la extracción.”

 

* Además de la entrevista con Helena Girón y Samuel M. Delgado, ganadores del Premio Banda Aparte con el cortometraje «Bloom», en Transit hemos publicado en nuestro canal de Vimeo una entrevista con la directora ruandesa Myriam U. Birara, que obtuvo con «The Bride» la Lady Harimaguada de Plata y el Premio CIMA de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales, en la la 22.ª edición del certamen grancanario.