Entrevista a Alex van Warmerdam
«Hago mis películas muy seriamente, pero la mayoría de las veces se convierten en una comedia»
Alex van Warmerdam (Holanda, 1952) parece confiado, seguro de lo que dice. Le gusta entender bien la pregunta antes de responder con una explicación apropiada. Estamos en la 68ª edición del Festival del Film Locarno, donde compite en la sección internacional con su noveno largometraje, Schneider vs. Bax (2015). El director holandés viene a mostrar un poco de género en un certamen plagado de cine de autor. Aunque, ¿significa esto que no podemos considerar al director de Borgman (2013) como a un autor de verdad? Todo lo contrario, sobre todo después de haber asistido a la proyección de varias películas que pretenden ser de autor y encajar en un festival cuya seña de identidad es un cine independiente y arriesgado, pero que muestran características asumidas, casi clichés. Warmerdam hace del escenario de su nuevo film lo que otros han hecho con los westerns, aunque él sitúa a sus personajes en el paisaje pantanoso tan típico de los Países Bajos. El propio cineasta interpreta el papel de Bax, el hombre al que Schneider tiene que asesinar en una misión no tan secreta. La película hizo reír a la audiencia en su pase de prensa, detalle no tan irrelevante después de todo, aunque Warmerdam no buscase provocar directamente esta reacción. Durante la entrevista en su hotel, intentamos conseguir respuestas sobre algunas de las ideas presentes en el film.
En primer lugar, me gustaría preguntarle acerca de la historia de Schneider vs. Bax, ya que parece ser más una excusa para jugar con los propios personajes que para remarcar el propio relato.
Cierto.
(Silencio)
Es cierto.
Sí, es cierto.
¿Algo más que quiera añadir?
Esta fue la idea para el conjunto de esta película. Es una especie de ejercicio de estilo para jugar con la luz, con el agua, con los ángulos de la cámara; casi no hay música y está filmada en un solo día. Poner todos estos aspectos juntos fue el punto de partida para escribirla y rodarla. Y aunque al principio sí hay algunos diálogos extensos, en el resto de la película los diálogos son bastante modestos. Con ello en mente, también decidí no dotar a los personajes de un gran perfil, no darles mucha profundidad, tan solo algunas sugerencias (…). Todo está sugerido para mantener el espacio para el propio filme: para los planos, para el mecanismo de la composición, para dinamizar todos los obstáculos que hacen difícil o frustran los planes de alguien. Esta era la idea.
En la conferencia de prensa, hablaste acerca de tu opción de no mostrar tanta sangre como lo hacen muchas otras películas. ¿Por qué tomaste esta decisión?
Mostrar sangre es una idea estética por la que opta todo el mundo. Incluso alguien podría hacer un documental sobre la sangre en las películas. En los años treinta, no se veía casi sangre en la pantalla, en parte porque los filmes eran todavía en blanco y negro, por lo que era difícil de mostrar. También tenemos el caso, claro, de Sam Peckinpah (de quien se proyectó una retrospectiva en Locarno 2015), que recurría a la cámara lenta. Pero ahora, cuando alguien es asesinado en una película y cae al suelo, siempre hay un creciente lago de sangre… ¡Siempre! Entonces, yo creía que no debía hacer lo mismo, ¿por qué debería? Es una cuestión de lenguaje fílmico. En la conferencia de prensa, comenté que cuando estábamos rodando la escena del asesinato de Schneider vs. Bax, surgió una discusión entre los miembros del equipo y escuché: “Bueno, está herido aquí y por tanto sangra…”. Entonces pensé: “¿La sangre sale inmediatamente o sale después?”. El hecho de que puedas jugar con mucha sangre hace que también puedas jugar con menos cantidad o sin ella. Nadie la echa de menos. Y hay también mucha falsedad en el escenario cuando se rueda con sangre. Siempre hay problemas y necesitas veinte camisetas de repuesto; es un asunto complicado, por lo que intento hacerlo simple. Grabé la escena del disparo por la espalda de la película sin sangre y después en posproducción lo editamos un poco, solo un poco.
He visto que eres casi un experto en esconder cadáveres. En Borgman usaste para ese fin unos cubos de cemento (donde los personajes introducían las cabezas de los cuerpos para que desaparecieran gracias a su propio peso bajo el agua) y en Schneider vs. Bax hundes un bote con un cadáver dentro y también escondes otro entre los juncos. ¿Cómo se te ocurre esconderlos de este modo?
Bueno, no tengo ninguna opinión particular al respecto. Surge cuando decides cuáles serán las localizaciones. En esta película, era el pantano de juncos. Una vez tengo la localización en la que tendrá lugar la historia, estoy allí cuando escribo, así que todo avanza con naturalidad. Del mismo modo, cuando escribo una escena veo inmediatamente el espacio y el lugar en el que está la ventana, la puerta, etc. Ese es el motivo por el que siempre quiero construir el escenario, porque no puedo quitármelo de la cabeza. Necesito construirlo de la manera en que lo tenía en la cabeza la primera vez. Para la casa blanca de la película, por ejemplo, hice primero una maqueta exactamente como la quería tener. Estaba ya planeado en la escritura. Veo que hay una puerta, un lavabo, etc. La manera en que el personaje femenino camina alrededor de la casa para encontrar a su padre ya la tenía en mi cabeza cuando escribí la escena.
En cuanto a los cadáveres, hago lo que realmente haría en la vida real. Me pregunto qué debería hacer si tuviera que esconder un cadáver. (Warmerdam comenta la posibilidad de esconder un cuerpo gracias al hormigón en los cimientos de una casa en un pantano). Me gusta pensar cómo escapar de la ley. En mi fantasía, ¿eh? No en la vida real.
¿Los momentos de humor los escribiste ya en el guión o vienen cuando estás filmando?
Oh boy! Hay un guión y quizás soy consciente un diez por ciento del hecho de que hay momentos graciosos aquí y allá, pero cuando la audiencia está en la sala eso cambia totalmente. Por ejemplo, ayer hubo una proyección para un gran número de personas, y estuvieron riendo muchísimo, mucho más de lo que yo tenía en mente. Y se reían en momentos en que ni siquiera entendía por qué. Esto siempre pasa en todas mis películas. Las hago muy seriamente con una pizca de humor, pero la mayoría de las veces se convierten en una comedia y la gente se ríe con todo. No lo entiendo.
No lo entiendes.
Bueno, a veces entiendo que es gracioso de forma moderada. Cuando veo que ocurre, pienso que quizás debería haber añadido un poco de humor dentro, pero los espectadores se ríen a carcajadas. Eso realmente me sorprende. Todo el tiempo. Así que no soy un escritor de bromas. Vienen con el diálogo o con la situación. Pero para mí es ilógico, inusual, cuando lo escribo. No estoy pensando: “¿cómo podría hacer reír?” Bueno, me divierto yo solo cuando escribo, por supuesto. Y tengo la esperanza de divertir a la audiencia también. Pero no estoy intentando hacer ninguna locura.
Una última pregunta. Hay dos asesinos, y el que gana al final es aquel que tiene una mayor estabilidad familiar. Su mujer e hijos lo esperan, viven en una buena casa y todo eso. El otro tiene una familia desestructurada. ¿Has pensado en esto?
No, nunca lo había pensado. Y ahora que me lo dices, me hace querer cambiar la película y dejar que Bax gane. Todo era posible. Cuando empiezas a escribir, marcha solo, porque para esta película no tenía una sinopsis con anterioridad, así que escribo así hasta el final. En un cierto momento, sigues una especie de regla interna, una línea lógica, y así hasta el final. Alguien podría preguntar: “¿Por qué no mataste a la hija?”. Era una posibilidad. Pensé acerca de ello, pero no pude hacerlo. Fue simplemente intuición. Era también posible que Bax ganara, pero en una película tienes que tomar decisiones. De todos modos, la película no está basada en la idea de la familia, en que la familia más limpia tenga que ganar. No tuve la idea de hacer eso, para ser sincero.
En Borgman es precisamente esa familia burguesa la que sufre…
Que es destruida.
Sí, destruida.
Sí, pero también allí no lo tuve en cuenta antes. Bueno, no soy estúpido, sé lo que va a pasar, pero no hay una base filosófica. No tengo un gran significado sobre ello. El resultado del proceso de escribir te lleva a alguna parte. Ese es el motivo de que la mayoría de las veces no escriba una sinopsis, porque la sinopsis te lleva demasiado hacia alguna parte, y yo quiero ser sorprendido durante la escritura, y siempre dejo la posibilidad de ir hacia la izquierda o hacia la derecha.
Puede haber muchos resultados posibles.
Sí, pero esa es la razón de por qué es tan interesante escribir los primeros veinte minutos. Son totalmente libres. Pero después ya se acercan las restricciones. Después de veinte minutos, tienes que seguir una línea que ya está allí, que está llegando. O tienes que desecharla y empezar todo de nuevo.
© Pablo García Conde, agosto 2015