Cine híbrido para una realidad fluida

En común tendremos percepciones plurales

* Este artículo forma parte del dosier especial «Cine, posverdad y burbujas»

El fracaso de la izquierda durante el siglo XX y lo que va de XXI radica en su incapacidad para redefinir la soberanía en términos distintos a los del cuerpo patriarcal occidental, blanco, biomasculino. Consciente de la necesidad urgente de una transición política, este Manifiesto propone construir un cooperativismo libertario somático planetario, una cooperación de (todos) los cuerpos vivos dentro de la Tierra y junto con ella (1).

Si los discursos de las ciencias naturales y las ciencias humanas continúan cargados de retóricas dualistas cartesianas de cuerpo/espíritu, naturaleza/tecnología, mientras los sistemas biológicos y de comunicación han probado funcionar con lógicas que escapan a dicha metafísica de la materia, es porque esos binarismos refuerzan la estigmatización política de determinados grupos (las mujeres, los no blancos, las ‘queers’, los discapacitados, los enfermos, etc.), y permiten impedirles sistemáticamente el acceso a las tecnologías textuales, discursivas, corporales… que los producen y los objetivan (2).

La televisión es una prótesis del ojo y del oído que permite a un número indefinido de espectadores compartir una experiencia al mismo tiempo comunitaria y desencarnada. El cine podría pensarse retroactivamente como una prótesis del sueño (3).

Un fluido es una sustancia sin forma fija, capaz de cambiar fácilmente. En este ensayo proponemos la adaptación del concepto de fluidez a la percepción humana del mundo, con el objetivo de que no adopte una definición precisa y de identificar en el otro algo más que una esencia. Como una entidad no-binaria que puede identificarse con los géneros masculino y femenino, o ninguno de los dos, con un animal, una planta, un monstruo, un espectro… entre ser y no ser, entre un mundo interior y un mundo exterior, entre un mundo poético, imaginario, en las nubes, en trance y sin cuerpo, y un mundo factual, biológico y político, semejante a aquel en el que la mayoría de los humanos vive en este preciso instante, siempre que no esté durmiendo.  

En una primera instancia profundizaremos en la idea de percepción fluida del yo y del otro partiendo del principio de que al percibir al otro de forma fluida estaremos creando una concepción del mundo más humilde. Sugiriendo que muchos problemas derivan de la forma en que la sociedad occidental define categóricamente al otro, proponemos que una percepción fluida del mundo proporcionaría un pensamiento abierto, que no olvidase otras perspectivas de la realidad. La fluidez viene a oponerse a la solidificación de ideas que tiene como consecuencia la distinción discriminatoria de ciertos individuos respecto a otros, y en este sentido busca la legitimación de todas las percepciones de la vida dentro de una comunidad. Identificamos así una falta de aceptación de alternativas a la realidad, muy característica de la contemporaneidad, que sugerimos que deriva de una falta de poética e imaginación en las concepciones del mundo compartidas actualmente. Una vez definida la idea de fluidez, la asociaremos al cine híbrido por su capacidad de percepción poética del mundo, proponiendo que esta forma de superponer realidades se opone a un punto de vista occidental autoritario y fijo, estableciendo una percepción común de la realidad plural. Entendemos que el cine es uno de los principales responsables de la construcción de un imaginario del mundo y del futuro de la humanidad, y que es una de las herramientas más importantes de la contemporaneidad cuando nos disponemos a cambiar el mundo.     

¿Qué ocurre cuando el yo no impone su perspectiva de la realidad a los demás y deja que su realidad se mezcle con la de ellos? ¿Qué mundo surge cuando algo es fluido? ¿Qué sucede cuando nos sentimos fluidos? ¿Qué sucede cuando el mundo se vuelve fluido? ¿Se acabará el racismo si pensamos / sentimos / actuamos de forma fluida? ¿Tal vez acabaremos con la discriminación de lo que entendemos por otro, diferente del yo? ¿La fluidez es una forma de acabar con las divergencias entre las vidas en la tierra? ¿Si pensamos de forma fluida, es decir, si no estamos seguros de nada y nos mantenemos siempre abiertos a cambios constantes, y no nos definimos a nosotros mismos o a los demás con categorías cargadas de prejuicios (como etnia, sexo, nacionalidad, edad, orientación sexual, o estrato social) y cambiamos nuestra forma de estar presentes, actuar e interactuar en el mundo, nos volveremos entonces comunes? ¿Al ser todo fluido, será todo igual? ¿Tal vez lo diferente se volverá igual? ¿Nos volveremos, yo y tú, nosotros?   

Lo que sugerimos es la idea de un mundo mejor, empezando con una presencia fluida. Proponemos que una forma de ser que es fluida es ante todo una forma de ser humilde. Las raíces de la palabra humilde vienen precisamente de la tierra, humus, que también da origen a la palabra humanidad. La humildad está en la esencia de la tierra y de los humanos. La fluidez es un intento de acabar con cualquier tipo de presencia autoritaria del ser humano en la tierra y de establecer relaciones de igualdad en todas partes. Por ejemplo, en vez de hablar de certezas, estamos más abiertos a oír al otro. Aplicamos esta idea especialmente al mundo occidental, que muestra una dificultad particular para compartir perspectivas de la realidad. Sugerimos que reinventar el mundo es más oír y ser un receptor pasivo de los cambios en nuestro mundo que actuar a solas, como el centro de nuestro espacio compartido. Si estuviéramos abiertos a dejar que otras realidad influenciaran a la nuestra nos volveríamos más fácilmente nosotros.    

¿Quiénes son las voces que hablan? ¿De dónde vienen las voces que oímos? ¿Estamos oyendo las voces negras, trans, indígenas, discapacitadas, femeninas, no-humanas? ¿En qué lugar hablan? ¿En los libros que leemos? ¿En las clases a las que asistimos? ¿En las películas que vemos? ¿Por qué es tan difícil oír a las minorías?

Djamila Ribeiro en el libro Lugar de enunciación (O que é Lugar de Fala?) profundiza en este tema. Recordando lo que Grada Kilomba escribió sobre la mujer negra, “el otro del otro”, reinterpretando a Simone de Beauvoir, presenta el lugar de las mujeres negras en la sociedad occidental para que comprendamos el lugar silenciado estructural de las minorías. Así, podemos constatar las dificultades de acceso a un “lugar” para hablar en la universidad, en los espacios políticos, en los museos, en la televisión, etc. La idea del discurso se asocia al poder y a la autoridad, el orador tiene el poder. El lugar del discurso está relacionado con los grupos y no con los individuos, pues es a partir de las represiones estructurales sistémicas sobre raza, clase, género y sexualidad que este lugar de enunciación debe analizarse. Por ejemplo, podemos constatar que la mayoría de los líderes políticos es blanca, heterosexual, rica, constituida por hombres, con pocas o ninguna excepción. En este caso, el lugar de enunciación se referiría directamente a la lucha que una mujer negra, homosexual, pobre, debería entablar para volverse líder, no a causa de su yo individual, sino por otros motivos, a saber: a causa de toda la represión sobre las clases sociales más bajas y de sus dificultades de acceso a la educación; a causa del racismo y la xenofobia, que le dificultarían tener las mismas posibilidades que personas blancas en un mundo occidental; a causa de la homofobia, que la obligaría a librar una lucha constante para conseguir acceso a un trabajo digno; y, obviamente, a causa de una sociedad patriarcal que coloca al género masculino por encima del femenino. Cuanto más subalterno, o subcomún, más dificultades de acceso a un lugar de enunciación. En otras palabras, falta oír al otro.  

Trasladando esta idea a nuestro pensamiento sobre la fluidez, la percepción individual del otro podría ser el detonante para el fin de la represión de grupo. Si todo empieza a ser fluido, si no se imponen categorías o definiciones a nuestros modos de pensar, si dudamos de nuestras creencias, si repensamos los modos humanos de interacción con el otro, los modos de ver el mundo, de actuar y sentir, o identificar, compartir, y cuidar, comenzarán a surgir alternativas a la forma en que la humanidad habita el mundo. La fluidez podrá crear nuevas formas de percepción, formas de ser vulnerable y de dejar que la vida guíe a la humanidad, y no a la inversa. 

Las sociedades occidentales capitalistas neoliberales viven bajo una rutina antropocéntrica, excluyendo todo lo no-humano del sistema. Una percepción fluida del mundo volvería a este sistema vulnerable, al conocimiento humano, parcial, y propondría una apertura al exterior en vez de un encierro en el interior. Algo que podríamos aprender con muchas culturas indígenas de América del Sur, por ejemplo. Pensar con el otro y no como el otro, porque “pensar como el otro” significa pensar de aquella manera en que pensamos que el otro piensa, y “pensar con el otro” incluye necesariamente compartir las realidades. Será vital reformular los modos de ver y oír asentados en la cultura occidental, ya sea en el cine, en la universidad, en la política o en las relaciones cotidianas. Otros mundos pueden producirse al mismo tiempo, y, en vez de tomar la subjetividad como la característica nuclear de la percepción, la fluidez aparece de una forma interseccional y holística, asumiendo que todas las partes forman el todo y que el individuo es siempre una parte de la comunidad.     

En un artículo reciente, Teresa Castro refuerza la idea de pensar con el otro y no como el otro, usando como ejemplo los líquenes. Pensar con el otro es una unión, una forma de ver en perspectiva plural, un cuidado constante de lo común. Aplicándolo no solo a otros seres humanos, sino también a plantas o animales, y a todo el universo no-humano.

Haraway pregunta «¿Qué sucede cuando el excepcionalismo humano y el individualismo limitado […] devienen impensables para las ciencias más reputadas, así naturales como sociales?». Sucede que entonces somos capaces de pensar «con» los líquenes (y con los hongos y las plantas ruderales). Ser liquen no es cosa fácil: exige dar alas a la imaginación y huir del principio de no contradicción que oscurece nuestro pensamiento. Ser liquen es reimaginarnos como seres simbióticos y ecosistemas en mutación constante en todos los campos: orgánico, social, ético, político, imaginario. Ser liquen es articular nuevas alianzas y concebir ecologías afectivas. Ser liquen es cuestionar los cuerpos y la sexualidad, abrirse a familias queer y a filiaciones transespecíficas. (…) Ser liquen es dar respuesta al reto de inventar una humanidad distinta (4).

El cine es un acto colectivo, una forma de hablar, de oír, de compartir mundos, y de volver plural la realidad. Sin embargo, también puede ser una forma de imponer una perspectiva rigurosa del mundo. Sugerimos pues que en el primer caso existe un cine libre, poético, híbrido, que trabaja codo con codo con la vida; y en el segundo tenemos un cine que no depende de la poesía, sino de la narrativa, y demasiado seguro de su forma, de su gramática y de sus reglas. En otras palabras, un cine fluido versus un cine sólido. Un cine híbrido, o fluido, es un cine que rechaza definiciones. Sabemos que históricamente tanto la palabra cine como la palabra documental tuvieron una solidificación muy frágil, pudiendo la primera haber sido sustituida por la palabra domitor, nombre que el padre de los hermanos Lumière quería que los hijos diesen al invento que apodaron cinematógrafo, y la segunda haber sido simplemente llamada neo-realismo por el propio Grierson, siguiendo la sugerencia de Cavalcanti.     

Centrándonos en la capacidad de volver fluida la realidad, analizaremos qué tipo de abordaje propone esta forma de cine libre, poética e híbrida cuando percibe el mundo. Por híbrido entendemos un cine que no se define como ficticio, creado de cero, o que pone en escena personajes y acontecimientos, pero al mismo tiempo tampoco se define como un documento, una prueba de lo real, o una verdad científica. Un cine fluido, como tal vez todo el cine sea un poco, es un híbrido entre ficción y documental, entre un mundo poético inmaterial y un mundo físico natural. Proponemos que esta característica fluida del cine debe ser puesta en valor, pues tiene un papel central en la creación de una visión del mundo más humilde, mezclando perspectivas de las realidades exteriores a la película con las ficciones poéticas del arte del cine. Estas prácticas no imponen una forma de ver el mundo, sino muchas, mezclando mitologías y vida real de los participantes, puesta en escena y espontaneidad, podemos ver más de un mundo al mismo tiempo. El mundo de cada persona, dentro y fuera de la película. Un mundo no alejado de la vida fuera de la sala. Un cine fluido quiere mirar la realidad sin definirla. Un cine sólido quiere definir un documental como un documento, o una ficción como alejada del mundo real. Pero al no asumir su manipulación de lo real, ¿acaso ese cine no se volverá autoritario?

La tradición cinematográfica más clásica aplica una forma autoritaria de representar lo que está enfrente de la cámara. Pero pensar en común es necesariamente dejar que el otro —persona, planta, animal, máquina— oriente a la cámara. Dejar que el otro nos diga en qué mundo está viviendo.

Queremos saber cómo es el cine de los árboles y de los animales. Queremos conocer el cine fuera de la sala, el cine de la propia vida, el cine a.C., el cine anterior a la humanidad. Queremos dejar que la vida y la naturaleza realicen con nosotros. Queremos ver con todos los demás, en unión.         

Eduardo Viveiros de Castro apodó “perspectivismo amerindio” a la forma en que los amerindios distinguen entre humanos y no humanos, naturaleza y cultura. Al percibir que estas concepciones son tan distintas de las occidentales, señala que se vuelve casi imposible para ambas culturas comprender las perspectivas del mundo de la otra. Pero Viveiros de Castro, al analizar la forma en que los amerindios interactúan con los no-humanos, señala algo más interesante: el punto de vista altera el mundo y no solo la forma en que lo vemos. “Las apariencias engañan porque nunca se puede estar seguro de cuál es el punto de vista dominante, es decir, qué mundo está en vigor cuando se interactúa con otro.” (5) Es decir, al revés de los occidentales, que consideran un punto de vista, una posición subjetiva ante un mismo mundo compartido por todos, los amerindios entienden que este mundo es diferente para cada uno. Reconocer así la vulnerabilidad de una concepción singular del mundo, y la importancia de abrirnos a distintas naturalezas y culturas humanas y no-humanas, a distintas perspectivas del mundo, es el punto de vista humilde que buscamos con una mirada fluida. 

El cine fluido propone una revolución humilde. El primer paso hacia la revolución es la reformulación. Al proponer una reformulación en las prácticas cinematográficas proponemos una ruptura de las reglas. El cine es cuando no cumple sus reglas. El cine sucede cuando la vida lo hace. Para respetar al otro, el hombre de la cámara tiene, en primer lugar, que respetar lo que está fuera de sí. Tiene que pensar con la cámara y dudar de sí. La película tiene que ser esencialmente abierta. Una película cerrada puede ser peligrosa. Una película documental debe buscar el subrayado su ficcionalidad. Una película documental debe buscar alejarse de cualquier ilusión de verdad. El cine documental tiene el deber de demostrar su fragilidad de concepción y potencia de manipulación, oponiéndose al documental televisivo y mediático, de modo que subraye su utilidad poética y elimine su vertiente informativa, manipuladora y absolutista. El cine, documental y de ficción, debe servir a su única utilidad de catalizador poético de la vida y nunca adaptarse a modelos con fines manipuladores. El cine debe estar al servicio de todos para todos. La poética es la única salvación del cine. La poética es la única cualidad del cine. Es en la poética que el cine servirá a la revolución para una evolución. Incluso teniendo la intención de sedimentar una visión objetiva y factual del mundo, el cine nunca escapará a una mirada subjetiva y poética. Por otro lado, incluso el cine más poético tiene el mundo natural como telón de fondo. Por lo tanto, el cine ya es fluido. Una fluidez entre aquello a lo que la mayoría de las personas llama “el mundo real” y otros mundos. El cine vuelve las cosas indefinidas, o les atribuye muchas definiciones. La fluidez acepta todo como real. Realidades del sueño. Realidades imaginarias. Perspectivas plurales. Es eso lo que el cine híbrido nos revela. Que la realidad consiste en compartir muchas realidades al mismo tiempo. Una realidad fluida está formada, como en el cine, por muchas realidades poéticas. El mundo necesita la poética en la concepción de sus mundos compartidos. Solo podemos hacerlo juntos y con mucha imaginación, mezclando lo real y la ficción, la fisicidad y la inmaterialidad, soñando despiertos, siendo híbridos y viendo todo lo que también es híbrido a nuestro alrededor. 

Cuando hablamos de cine fluido, queremos pensar con la imagen. El cine gestualiza la vida, y la vida el cine. La propagación del gesto, con el crecimiento del arte cinematográfico, trae al siglo XX una consciencia de sí y convierte la vida en un simulacro. En este momento, en el siglo XX, la mayor parte de la humanidad vive en un mundo en el que no consigue separar el cine de la vida. No podemos separar la imitación de lo real. ¿Será posible contar la historia del siglo XX sin que ella sea al mismo tiempo la historia de la imagen en movimiento, o la historia del cine? ¿La realidad estará pues tan alejada del cine? El siglo XX podrá haber sido un simulacro en sí mismo, y nuestra idea del siglo XX, para aquellos que no recuerdan haber estado en él, probablemente se apoye más en imágenes que en la tradición oral, la historia escrita o cualquier otro registro. Nos preguntamos si nuestra memoria viene de la vida real o del “archivo de imágenes”. ¿Acaso ocurrirá eso también en el presente? ¿Veremos el mundo más en imágenes que en la realidad? Teletrabajando en frente de las pantallas que nos rodean, ¿podemos excluir la reproducción del mundo de lo que llamamos la realidad?

Siguiendo este pensamiento, podemos reconocer la proximidad que el cine tiene en la concepción del mundo y en la definición de lo real. Siendo el cine siempre más creativo y subjetivo que la ciencia, ver el mundo a través del cine es una forma de poetizarlo. Poetizar lo que fue el pasado, lo que es la vida en el presente, es cambiar nuestra visión de cómo debemos construir el mundo futuro. El cine híbrido trae a nuestra idea de fluidez uno de sus elementos más distintivos y poderosos: la imaginación, sin límites y sin definiciones.            

(…) Deleuze no estaba interesado en los discursos que se producen en torno a la identidad (…) Según él, “la experiencia privilegiada de uno mismo es un argumento débil y reaccionario” que peca de “realismo plano” (6)

Si, como dice Preciado, el cine es una prótesis del sueño, tiene el poder de volver la vida más próxima de ese estado poético donde predomina la imaginación. El cine no solo tiene el poder de poetizar lo que no tenemos delante, sino también el de influenciarnos para que actuemos sobre una base poética. El cine tiene el poder de poner en imágenes el futuro de la humanidad y el deber de construir un imaginario de aquel mundo que ideamos.

 

© João Pedro Barriga, diciembre de 2021 / Traducción al castellano del portugués: Albert Elduque, febrero de 2022

 

(1) PRECIADO, P.B. 2020. Manifesto Contra-Sexual. Edición del 20.ª aniversario. Traducción de Julio Díaz y Carolina Meloni. Barcelona: Anagrama. p. 200-201. p. 33.
(2) Ibidem. p. 191.
(3) Ibidem. p. 187.
(4) CASTRO, T. 2021. “Navegar en aguas turbias con líquenes, hongos y plantas ruderales” en: Science Friction: Life Among Companion Species. Barcelona: CCCB. P. 30.
(5) VIVEIROS DE CASTRO, E. 2011. A Inconstância da Alma Selvagem. São Paulo: Cosac Naify. p. 397.
(6) PRECIADO, P.B. 2020. Manifesto Contra-Sexual. Edición del 20.ª aniversario. Traducción de Julio Díaz y Carolina Meloni. Barcelona: Anagrama. p. 200-201.

Otras referencias bibliográficas:

– CHAKRAVORTY SPIVAK, G. 2021. Pode a Subalterna Tomar a Palavra? Lisboa: Orfeu Negro.

– DELEUZE, G. 1990. Negotiations. Nueva York: Columbia University Press.

– KILOMBA, G. 2020. Memórias da Plantação – Episódios de racismo quotidiano. Lisboa: Orfeu Negro.

– MOTEN, F. HARNEY, S. 2013. The Undercommons: Fugitive Planning & Black Study. Nueva York: Minor Compositions.

– RIBEIRO, D. 2017. O que é lugar de fala?. Belo Horizonte: Letramento.