Chernóbil / El incidente

Vacío y discontinuidad en la ficción histórica

En las líneas que siguen intento dar cuenta de algunas ideas alrededor de la miniserie de HBO Chernóbil (Chernobyl, Craig Mazin, 2019), que pude ver tardíamente durante esta etapa de confinamiento. Dicen que las películas —y por qué no las series— pueden interpretarse como síntomas del momento de su producción. Es decir, el contexto sociocultural en el que se gestaron  puede —o debe— condicionar su visionado. Entonces, ¿qué hay del contexto del espectador? ¿Hasta qué punto puede influir en la recepción de la obra en cuestión? Fueron estas preguntas las que dieron pie a este texto y a este vídeoensayo, intrigado por las inesperadas conexiones que creí encontrar entre una ficción televisiva histórica y ciertas películas contemporáneas afines al imaginario que M. Night Shyamalan sofistica en El incidente (The Happening, 2008).

 

El 23 de abril de 1986, el núcleo de la central de Chernóbil se fundió provocando un incendio que favorecería la expansión de la radioactividad emitida, lo que dejó un perímetro de cientos de miles de kilómetros inhabitables hasta la actualidad. La serie parte de los momentos previos al desastre (1) y se centra en el proceso judicial sobre la responsabilidad del incidente. Sin embargo, en la mayoría de episodios se presta especial atención al impacto de la catástrofe en la vida de los ciudadanos, causado tanto por las cuestionables decisiones políticas como por los peligros de la radiación. El fragmento que aquí más nos interesa es aquel en el que se muestra la evacuación de la ciudad y los municipios colindantes a Chernóbil, que se plasma con una secuencia verdaderamente llamativa y alejada en lo formal del resto de la miniserie. Cuando los ciudadanos abandonan sus casas a bordo de autobuses fletados por el ejército, Johan Renck —director de todos los episodios— decide fijarse en esos espacios una vez han sido vaciados. Puntuadas por una lacónica música incidental, se suceden imágenes de todos los lugares, públicos y privados, que sus habitantes han dejado atrás. Escuelas, hospitales, salones, parques y callejones. Durante varios minutos, se intercalan planos detalle: platos con restos de comida, mesas sin recoger, camas deshechas; con planos generales: la clase de un colegio, el pasillo o la habitación de un hospital, un restaurante donde hubo una fiesta.

«Chernóbil» (arriba) y «El incidente» (abajo)

«The Cage»

Ante la imposibilidad de proporcionarnos un contraplano —a los cuerpos agonizantes de los operarios, a los rostros desconsolados de sus esposas—, Chernóbil otorga ese espacio en la representación al vacío. Evocando el arte secuencial del dibujante Martin Vaughn-James (The Cage), la narración se detiene y trabaja sobre una estética de la desaparición. Es en ese umbral, el del vaciamiento, del abandono de los espacios, donde las imágenes entran en contacto con otras. Si la naturaleza del cine es también fantasmagórica, Chernóbil recorre todo un itinerario iconográfico del horror vacui. Del extrañamiento de Mark Wahlberg enfrentado a la vegetación mecida por el viento en El incidente hasta las imágenes más recientes de las calles Roma o Barcelona completamente vacías por la crisis del COVID-19, recalando en Los pájaros (The Birds, 1963) de Alfred Hitchcock o La mujer pantera (Cat People, 1942) de Jacques Tourneur.

Imágenes de Roma y Barcelona

«Los pájaros» y «La mujer pantera»

Si en los casos fílmicos citados, la abstracción era la forma de poner en escena el terror, la serie de HBO tiñe de una profunda melancolía ese mismo mecanismo. Como un lapsus temporal, la secuencia que protagoniza este vídeonsayo incorpora la discontinuidad en el minucioso dispositivo de reconstrucción histórica. De hecho, es su intento por recrear con precisión cronológica los procedimientos administrativos y científicos del proceso de Chernóbil lo que hace destacar el componente disruptivo de las imágenes señaladas. Bajo la incierta mirada del presente, esos planos vacíos interrumpen el continuum histórico y nos obligan a mirar el pasado para ver cómo resuena en el momento actual. Como decía Walter Benjamin a propósito del concepto de Historia,  Chernóbil no trata de recrear el pasado tal y como fue, sino que lo arrastra hasta nuestros días para ver cómo relumbra bajo la luz del presente.

 

© Daniel Molina, mayo de 2020

 

(1) Estrenada hace poco más de un año, la miniserie de HBO reconstruye el desastre de Chernóbil. Me gustaría resaltar el término desastre, o catástrofe, dada la tendencia a calificar los hechos de accidentales. Aunque no es el centro de mi reflexión, sí es importante saber que el conflicto central de la serie es la dificultad para encontrar soluciones al incidente por culpa del hermetismo del gobierno soviético y sus intentos por ocultar las dimensiones de lo ocurrido.