Taxi Driver / Nightcrawler
Taxicrawler
1976 | 2014 |
Nueva York | Los Ángeles |
Checker Marathon | Dodge Challenger SRT8 392 |
Travis Bickle | Lou Bloom |
Taxi Driver | Nightcrawler |
Casi cuarenta años separan estas dos historias plagadas de elementos en común. Los sigilosos movimientos nocturnos de Lou Bloom, a bordo de su Dodge Challenger SRT8 392 en el Los Ángeles de 2014, parecen los ecos futuros del tranquilo conducir de Travis Bickle en su Checker Marathon por las calles del Nueva York de 1976. Las imágenes de Nightcrawler de Dan Gilroy, más allá del argumento de la película, remiten a la legendaria figura encarnada por Robert de Niro y dirigida por Martin Scorsese. ¿Hasta dónde podría conducir esta comparativa si los personajes encarnados por De Niro y Jake Gyllenhaal, respectivamente, existieran en un mismo metraje? Teníamos que ponerlos en diálogo, buscar los espacios de cohabitación que habíamos intuido y que, quizás, podrían otorgarle un nuevo significado a las errantes existencias de Lou Bloom y Travis Bickle.
Hay algo vampírico en ambos personajes. Taxi Driver y Nightcrawler son películas oscuras, siendo la noche un espacio irrenunciable para sus protagonistas. Lou y Travis habitan las tinieblas nocturnas como vampiros que sigilosamente se desplazan en busca de sus presas. Lou necesita la noche para alimentarse. Solo ahí puede encontrar a sus víctimas. Como un carroñero, chupa la sangre que emana de las imágenes de aquellos que exhalan sus últimos segundos de vida. Travis, en cambio, necesita la noche para vivir; es su único hábitat. Su insomnio le obliga a habitarla y desde su vehículo observa agazapado el transcurso de las sombras que pueblan una ciudad de calles humeantes. Desde el confort de su taxi, Travis se siente el dueño de la noche. Los animales diurnos le son extraños, ajenos a su entendimiento; las alimañas nocturnas son sus semejantes.
Esta relación con lo noctámbulo que ambos comparten los acerca, casi los convierte en dos personajes complementarios. Dos hombres que podrían encontrarse en una calle oscura de una ciudad atemporal. Sus vidas paralelas empiezan a cruzarse, conversan, se buscan, se persiguen, se miran… Pero, sobre todo, dos seres de esta índole necesitan alimentarse y controlar al otro. El encuentro ficticio entre ambas películas origina una nueva tensión, una nueva pulsión a través de las miradas de los protagonistas. La lucha de poder entre estas dos bestias nocturnas se antoja complicada. El control de la situación va pasando de uno a otro y, aunque en un principio Travis parece dominarla, la insaciabilidad de Lou irá ganando terreno hasta el inevitable desenlace.
El contacto entre las dos cintas demuestra que la película de Scorsese fue un claro referente para Gilroy, que consigue reinterpretar su puesta en escena para adaptarla a la personalidad de esta especie de ave carroñera a la que interpreta Gyllenhaal. No es la única fuente de la que bebe el filme. Drive, de Nicolas Winding Refn, también entra en la lista; de ahí el guiño musical con la selección de Tick of the Clock, de Chromatics, que acompaña el presente videoensayo y que forma parte de la banda sonora de la cinta del director danés.
Más allá de todo esto, intuíamos que tras los vínculos más evidentes del binomio Taxi Driver / Nightcrawler había algo más profundo capaz de funcionar a varios niveles y de crear nuevos significados en la imagen, la evolución interna de los personajes y el argumento. Puede que esta raíz algo oculta a primera vista, pero presente en el núcleo de ambas propuestas, tenga que ver con el tipo de sociedad a la que los protagonistas pertenecen: en ambos casos, una era post. Travis vive en el Nueva York posterior a la Guerra de Vietnam y Lou intenta hacerse un hueco en una Los Ángeles ulterior a la crisis neocapitalista. Ambos son personajes marginados por un sistema social que les ha dado la espalda, y del que ellos reniegan e intentan aprovecharse a la vez. Sociedades centrífugas que expulsan a los descarriados para después volverlos a atraer en un nuevo intento (o promesa) de integración. De esa tentativa nacen Travis y Lou, así como su voluntad de deambular.
Como ocurría con los protagonistas de las películas del neorrealismo italiano (enmarcado también en una época post, tras la Segunda Guerra Mundial), necesitan vagar por la ciudad como si se tratara de una forma de supervivencia y de búsqueda de sí mismos; esta vez a bordo de sus automóviles, que les dotan de un falso aire de superioridad y protección. En este videoensayo, frente a frente, los paseos nocturnos de estos dos vampiros se encuentran. Sus devenires difieren, pero se complementan, y en ambos son evidentes las marcas y la resaca de un pasado reciente sobre el presente marginal que ambos habitan.
© Estanis Bañuelos, Víctor Blanes y Carles Martínez, mayo 2015