‘Sólo se vive una vez’: un Fritz Lang bressoniano
¿Pueden las películas de Robert Bresson ayudarnos a entender un filme de Fritz Lang? El autor reinterpreta «Sólo se vive una vez» a través de «Pickpocket» y «Un condenado a muerte se ha escapado».
¿Pueden las películas de Robert Bresson ayudarnos a entender un filme de Fritz Lang? El autor reinterpreta «Sólo se vive una vez» a través de «Pickpocket» y «Un condenado a muerte se ha escapado».
«(…) el pensamiento dedicado a la productividad se desplaza hacia un territorio desconocido que está hecho a la vez de la sustancia de otros veranos y de expectativas respecto al presente inmediato. Por eso, en verano no hace falta ver cine».
El documental Double Play: James Benning And Richard Linklater, presentado en Venecia 2013, forma parte de la colección Cinéma, de notre temps y está dirigido por Gabe Klinger, quien nos descubre aquí detalles del rodaje.
«Ese» cine español se muere, mientras «otro» cine español toma la escena a gran velocidad. Nunca había visto […] tal cantidad de jóvenes haciendo cine, y haciendo un cine distinto, que apenas tiene que ver con su tradición, o quizá sí, pero entre «otras tradiciones». ¿Otro? ¿Nuevo? ¿Periférico? ¿Al margen?
(…) A mí me parece más conveniente volver y desenterrar un fragmento desechado, una toma descartada, que puede existir en su propio contexto mejor que como parte de una obra acabada y que, por su propia naturaleza disgregada, solo puede existir fuera de contexto.
La aproximación de Linklater a la música resulta especialmente interesante en «Dazed and Confused» (1993) y «SubUrbia» (1996), dos películas conectadas con la cultura rock de manera tangencial, pero que dotan a las canciones…
A medida que avanzaba en el visionado de la obra de Eugène Green, Andrea Franco veía más y más agujeros en sus filmes, como pasadizos que tratan de conducirnos a alguna parte. Su obsesión creció y creció hasta alcanzar la viñeta de un cómic…
¿Qué ocurre cuando a un niño del siglo XXI se le plantan delante fotogramas de películas en blanco y negro, con narrativa clásica o con efectos especiales de cartón-piedra? Nuestro articulista comparte su experiencia al hacer la prueba con su prole y descubrir qué separa a un padre y a sus hijos en los gustos cinéfilos.
“Surechigai merodorama: melodrama del rozarse sin llegar a tocarse”. En «Antes de amanecer» hay un momento totalmente «surechigai» en la primera mitad del filme, cuando Jesse y Céline aún se están conociendo, en el que él trata de tocar el pelo de ella pero apenas llega a rozarlo…
A mí me encantan «School of Rock» o «Una pandilla de pelotas» porque, de alguna manera, en ellas todavía sigue en marcha, entre líneas, ese viejo espíritu del super-8: las improvisaciones que no parecen tener cabida en el guión, los pequeños detalles que continúan durante los créditos…
El autor sigue el rastro de los cruces, directos o no, entre el músico Daniel Johnston y el cineasta Richard Linklater, desde los encuentros físicos en sus primeras películas hasta la presencia de Johnston en forma de versión en «Antes de amanecer».
Con delicadeza, la mano derecha de la protagonista deposita la aguja sobre el disco gramofónico donde descansa la composición de Kath Bloom. Comienza así, mediante una grabación mecánica analógica, la reproducción (diegética) de «Come Here» en «Antes de amanecer».
Reflexionando en torno a los distintos usos culturales de una determinada regla de puntuación, la autora pone en liza tres filmes significativos en los que un paréntesis le sirve de punto de partida para formular un apasionado recorrido que une gramática, cine y vida.
«Hubo una época en la que los cinéfilos solo veían las películas una vez. Eran atentos testigos de un arte efímero cuyas cintas de celuloide podían desintegrarse durante una proyección o, en el mejor de los casos, perdurar unos años (…)».
El videoclip lleva a cabo un intento semiserio de hacerse pasar por un épico plano secuencia que existe solo en tanto que es maniobrado por Bieber: allá donde él va, con su brazo totalmente extendido y simulando mirar hacia atrás, arrastra consigo a este auto-ojo que da testimonio de la caméra-stylo…
«…a veces las imágenes inexistentes se revelan y acuden al recuerdo tomando formas que ya solo dependen de mi imaginación. ¿Cuántas veces recordamos planos o hasta escenas que, al volver a ver la película, finalmente no existen? (…)».
Los mercenarios, en su ejercicio de poses postrimeras, en la parodia de sí misma, se nos ofrecen en sacrificio, y parecen decirnos: nosotros, héroes y superhombres, nosotros los mercenarios, no duraremos tanto como el Plutonio. Estamos aquí para irnos.
En la película de Ruiz hay una escena añadida que proviene de «La prisionera», esa en la que el narrador rompe a llorar escuchando la sonata de Vinteuil. ¿Por qué Ruiz decidió invertir el orden de la novela? ¿Supuso ello una traición a la obra proustiana o, por el contrario, un traslado del sentido originario a otras reglas expresivas (es decir, al cine)?