Pensar entre imágenes = Jean-Luc Godard

 

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PENSAR EN IMÁGENES = JEAN-LUC GODARD

“El cine no es una imagen después de otra,

sino que es una imagen más otra que forma una tercera,

y esta tercera la forma el espectador.”

“Al final de su carrera Velázquez pintaba las cosas que hay entre las cosas,

y me doy cuenta de que… poco a poco…el cine es lo que está entre las cosas,

no las cosas, sino lo que hay entre una persona y otra persona,

entre tú y yo y, luego, en la pantalla, está entre las cosas”.

(Declaraciones de Jean-Luc Godard recogidas en Pensar entre imágenes (1))

 

El cofre Ensayos de Jean-Luc Godard, recientemente editado por Intermedio, primero se aborda desde la curiosidad intelectual, pero enseguida irrumpe la emoción. El filme La chinoise arranca con un intertítulo determinante para comprender la naturaleza de esta nueva entrega en forma de libro y DVD de la obra del cineasta franco-suizo: “Un film en train de se faire” (algo así como “una película que se está haciendo, haciéndose”). Esa partícula en train de’, inexistente en español, que alude al proceso, al gerundio en nuestra lengua, es el núcleo duro de los sesenta años de vida-cine que tan bien han sabido montar Gonzalo de Lucas y Núria Aidelman en el libro Pensar entre imágenes. Y la emoción surge precisamente de ese gerundio: cine haciéndose, pensamiento haciéndose, un proceso abierto y en perpetuo movimiento. Pues del visionado de los DVD del cofre y de la lectura de las declaraciones del cineasta, emerge nítida una figura en perpetua transformación, ese “un pensamiento que forma/una forma en movimiento”, que enunciaban las Histoire(s) du cinéma.

Y decimos “montar” y no “editar” del trabajo llevado a cabo por De Lucas y Aidelman, porque es montaje y no ensamblaje, collage textual, lo que encontramos en el libro del cofre Ensayos. Está en el título, se trata de pensar “entre” imágenes. Junto al en train de, a la idea de un pensamiento en proceso, surge el “et” godardiano, el “entre” a partir del que se cifra el sentido de una vida consagrada al cine. Según la ley de la adición del cineasta franco-suizo, dos imágenes están hechas para construir una tercera imagen. Por eso los fragmentos textuales de Pensar entre imágenes no son fruto de un proceso de ensamblaje, sino de montaje. Cada fragmento es un destello, un pensamiento vivo… integrado en el organismo textual. “Hay choque, entrecruzamiento, puesta en relación, nacimiento de sentido en el intersticio”, en el “entre” de los textos, en ese espacio intermedio, aparentemente vacío, pero que pronto se revela como cargado de significado, se dibuja la silueta de un cuerpo. Un cuerpo fílmico, un cuerpo textual, un cuerpo de pensamiento, en fin, el cuerpo del cineasta, el cuerpo de Jean-Luc Godard. Esa es la tercera imagen, la que alumbra el montaje textual de Gonzalo de Lucas y Núria Aidelman en Pensar entre imágenes. Y nos remite a un gesto inaugural de la modernidad, el de los ensayos de Michel de Montaigne, un gesto ligado a la escritura del yo que, al mismo tiempo, crea un íntimo vínculo entre arte y vida: “Quiero que me vean en mi manera de ser simple, natural y común, sin estudio ni artificio. Porque me pinto a mí mismo. (…) Así lector soy yo mismo la materia de mi libro (…)”.

 

el cuerpo de la palabra-imagen/sonido

“A veces me parece que la imagen es algo maravilloso

porque me permite decirlo todo.” (JLG)

 

“Hemos tratado de hacer nuestro trabajo para mostrarnos. Es necesario mostrar cómo trabajamos”, declara en una entrevista el cineasta. Así, junto a ese yo que se pinta y se filma a sí mismo, cuyo gesto creativo es afín al de Montaigne en los Ensayos, surge una dimensión esencial en la trayectoria de Godard, la del trabajo. En Número dos, Cómo va eso o Guión del film Pasión, vemos al realizador en plena faena, el yo se muestra a través del trabajo, del proceso de creación. Además, estas obras nos sitúan ante otro posible sentido del concepto “ensayo”: el de la incansable experimentación con la técnica, desde el cine al vídeo y del vídeo al digital. Así, cuando en Numero dos Godard filma con una cámara de 35 mm. los dos monitores de televisión podemos pensar en las imágenes dentro de un tubo de ensayo, en un laboratorio, que muestra, en el caso de esta película, esos “asuntos de familia” a los que alude Nico (el padre de la familia retratada en el filme).

“Para mí, cineasta, confesar que balbuceamos, que somos medio ciegos, que sabemos leer pero no escribir, en nuestro ambiente cotidiano -es decir, imágenes, sonidos, un salario-, es responder más honestamente a la famosa cuestión de la ‘comunicación’. El libro Pensar entre imágenes nace de seis décadas de conversaciones, entrevistas y conferencias. Los pensamientos en voz alta de Godard, que Gonzalo de Lucas y Núria Aidelman han seleccionado, nos invitan, ante todo, a interrogarnos por la naturaleza de la imagen-palabra-sonido. A pensar la imagen, su sentido a partir de una intrincada ley de relaciones. Y una y otra vez surge la misma cuestión: ¿se puede decir (acerca de) la imagen? Tal vez sí pero de forma balbuceante, fragmentaria, rechazando todo dogma de sentido que cosa los párpados a un único significado. Soft and Hard anuncia formalmente las Histoire(s)…. Durante el diálogo entre Godard y Mièville la imagen de la entrevista sufre una serie interrupciones, irrumpe el encuadre de un locutor de un informativo o los fotogramas de algunas grandes musas del cine como Elisabeth Taylor. En este filme, la interferencia, la repetición, el titubeo, no solo a nivel lingüístico sino, ante todo, en la imagen, son la huella de ese pensamiento tentativo que define la obra de Godard.

 

el cuerpo de la memoria-el cuerpo del tiempo

La selección de textos de Pensar entre imágenes responde también a la construcción de algunas constelaciones temáticas, que se dibujan a través de las distintas épocas en que se desarrolla el cuerpo del pensamiento del cineasta. A partir del orden cronológico elegido para ordenar los textos, vemos la génesis y desarrollo de las distintas etapas de la vida-cine de Jean-Luc Godard. Ya en las primeras páginas descubrimos que los textos mapean un pensamiento que, como un organismo vivo, está siempre en movimiento, siempre en proceso. Cada película forma parte de este pensamiento orgánico, en perpetuo hacerse. Y realizar una historia visual de las imágenes se convierte para Jean-Luc Godard en una meta ya desde finales de los setenta.

“Hace tres o cuatro años tuve una idea para un proyecto: empezar a hacer lo que llamaría ‘una historia visual’, contemplada bajo algunos aspectos en general invisibles, sería una historia visual del cine y de la televisión”. La posibilidad de las Histoire(s) du cinéma y la posterior trayectoria de los años noventa y dosmiles se anuncia en 1977. En la conferencia Introducción a una verdadera historia del cine, el realizador manifesta su deseo de “volver a contar la historia del cine, no solo de una manera cronológica, sino, más bien, un poco… arqueológica o biológica. (…) Y yo pienso, precisamente, que voy a dedicar el resto de mi vida, o de mi trabajo en el cine, a tratar de verlo, ante todo para mí; e incluso para ver dónde estoy yo mismo en mis propias películas”.

No solo cuerpo de la memoria, también cuerpo del tiempo. O, mejor, tiempo del cuerpo. «Querría ralentizar, filmar lo que no se ve normalmente, voy a intentar mostrar eso en un vídeo; no se trata de ralentizar normalmente voy a intentar mostrar eso en un video; no se trata de ralentizar exactamente, sino de descomponer ese pasado en el instante en que compone el presente de los personajes.». El vídeo permite al cineasta descomponer el tiempo, y someter el ritmo de la vida a su mirada analítica… Manipulación plástica del tiempo fugaz de un gesto, que responde a la necesidad de representar el ritmo de la vida.

«Hay algo respecto a los ralentíes que había expresado con los chicos, los hombres, es una conclusión provisional de la que me gustaría hablar con cineastas a partir de una prueba científica. Me atraía la búsqueda de otro ritmo, para descubrir ese ritmo gracias al cual el cine debe representar la vida, cuando en realidad funciona al ritmo un poco artificial de 16 ó 24 imágenes por segundo». En Carta a Fredy Buache Godard filma a los transeúntes de Lausana en una hermosa pieza homenaje al quinto centenario de la ciudad. Durante el ralentí, nuestra mirada se detiene de otra forma sobre la imagen, abraza el gesto de los cuerpos que abandonan el tempo “artificial de las 16 ó 24 imágenes por segundo”. Y el gesto se vuelve líquido a la par que palpitante. Sucede lo mismo cuando en Meeting Woody Allen el cambio de velocidad interrumpe el curso de la entrevista. También aquí nos encontramos con esa figura tan cara al cineasta de la interrupción, la interferencia que mantiene siempre alerta al espectador. Pero, sobre todo, ralentizar es, como la pincelada que prolonga la cadencia, la respiración, del cuerpo del pintor, el trazo de Godard en el lienzo-pantalla, a la par que la culminación estilística de su incansable experimentación con las posibilidades de la técnica.

 

el cuerpo del cine-Jean-Luc Godard

Quand il faudra fermer le livre

Ce sera sans regretter rien

J’ai vu tant de gens si mal vivre

Et tant de gens mourir si bien (3).

(Louis Aragon)

Godard afirma respecto a su relación con sus películas: “Tengo la sensación de haber funcionado como un donante de sangre”, y se hace patente la fisicidad de la entrega del cuerpo del cineasta. Y es así como el compás de los primeros acordes de JLG/JLG viene marcado por la respiración. Leemos: “Ejercicio 174”. Y escuchamos: Godard masculla sus frases al ritmo de una respiración agitada, de quien lleva a cabo un duro esfuerzo físico. ¿Dónde empieza la vida y termina el cine? El realizador insiste en que “no hay diferencia entre mi vida y mis películas”. Así, el cine se hace con las manos, y hacer cine es vivir. “Existo más cuando estoy haciendo películas que cuando no las hago.” Pero no solo existe haciéndolas, pues Jean-Luc Godard, además de hacer películas con su cuerpo, pone el cuerpo en ellas. Así, en cierto modo, filmar es un modo de interrogarse por la existencia y existir, una reflexión en torno a la esencia del cine, una cuestión que se renueva en cada película. Y cada etapa de su cine es una etapa vital… No hay ninguna línea que separe cine y vida: “Es la segunda vez que tengo la sensación de tener mi vida ante mí, mi segunda vida en el cine… o más bien la tercera”, declara al inicio de los años ochenta. Después vendrá Sauve qui peut (la vie) y la experimentación mediante el vídeo, el ralentí, “la búsqueda del ritmo para representar la vida”.

Si no hay separación entre cine y vida, ¿no podríamos pensar todas las obras filmadas o montadas hasta la fecha como una larga película? Pensar entre imágenes, el título del libro, alude también a una serie de realizaciones que podríamos situar en esa larga película que es la vida-cine de Godard, en ese espacio intersticial entre un filme de ficción y otro, o para mostrar la escritura en imágenes de la preparación de sus “ficciones”, como en Guión del film Pasión, o para pensar su trayectoria a partir del autorretrato como en JLG, o a partir del diálogo con Anne-Marie Miéville en Soft and Hard, o con otro realizador, como sucede en Meeting Woody Allen. Si, como defiende Godard, es posible escribir, decir, pensar con imágenes, o más bien desde ellas, la selección de filmes hecha por Intermedio puede concebirse como esa mesa llena de documentos del final de Meeting Woody Allen -los materiales de trabajo del cineasta-, los cuadernos de notas que configuran los intertítulos de JLG/JLG o la misma sala de montaje, de edición de vídeo. El título del cofre de Intermedio lo indica: “Ensayos” es un conjunto de “pensamientos” entre “imágenes”, tanto fílmico como textual.

 

el cuerpo del pensamiento-imagen

“La literatura y el saber de nuestro siglo tienden mucho más a destruir que a edificar.

Se censura con tono de maestro; para proponer hay que adoptar otro,

del que la elevación filosófica gusta menos. Pese a tantos escritos que, según dicen,

no tienen más meta que la utilidad pública,la primera de todas las utilidades,

que es el arte de formar hombres,todavía está olvidada” (4). (Jacques Rousseau)

 

Una y otra vez, a lo largo de más de media siglo consagrado al cine, Jean-Luc Godard propone abandonar el lenguaje para hablar de la imagen. Se trata no solo de pensar la imagen desde su centro sino trabajar con imágenes que piensan. En el momento en que el cineasta propone dejar de decir (pensamientos) con palabras para decir con (pensar desde) las imágenes nos situamos no solo ante una de las características nucleares de la vida-cine de Godard, sino ante una propuesta de palpitante actualidad, de cómo pensar el cine, de cómo analizarlo no ya desde las palabras, sino desde las imágenes mismas. No es lo mismo escribir una historia del cine que montarla. No es lo mismo escribir sobre las relaciones existentes entre dos cineastas que alumbrar el significado de dicha conjunción en el “entre” dos imágenes, en el tránsito de una a otra, su flujo y reflujo.

Al final de Soft and Hard, la cámara dibuja un zoom in hacia la televisión, movimiento opuesto al del cine en que, según afirma Godard unos segundos antes, “el yo se proyectaba y, ampliado, se podía perder”. Después de las imágenes de un anuncio televisivo, en el monitor vemos la primera secuencia de Le mépris. Entonces la cámara abandona las imágenes televisivas, inicia un suave movimiento y se posa sobre una pared-pantalla. Ahora se invierte el movimiento del zoom inicial, pasamos de la “introyección” televisiva a la proyección cinematográfica. Por el encuadre izquierdo emerge el cuerpo de Anne Marie Mièville, cuya sombra se proyecta desde la pared… Después, como si con su gesto crease un mundo, emergen las mismas imágenes de Le mépris que vimos en el aparato de televisión. Y el brazo de Godard se confunde con el de su amada y la imagen de Raoul Coutard detrás de la cámara se superpone a sus siluetas. Solo entonces escuchamos, emergiendo de entre el reino de luz y sombras de los cuerpos y del cinematógrafo, la voz del cineasta, que se interroga por el poder del cine, de sus imágenes, en que el “yo” podía perderse pero, después, reencuentra la idea… Un cine pensante o que nos permitía pensarnos como sujetos. “¿Hacia dónde ha desaparecido todo eso? Este proyecto de crecer, de convertirse en sujetos. ¿Adónde ha ido?”. Es así como cuatro siglos después de las palabras con que Rousseau abre Emilio, Godard nos recuerda, a través del cine, cuál es el arte más importante de todos, el de formar a los hombres.

 

 

Contenido del cofre «Jean-Luc Godard: Ensayos», editado por Intermedio (4 DVD + libro):

– DVD 1: La gaya ciencia (1968); Soft and Hard (1985).

– DVD 2: Número dos (1975); Guión del filme Pasión (1982).

– DVD 3: Cómo va eso (1976).

– DVD 4: JLG/JLG (1995); Carta a Freddy Buache (1982); Meeting Woody Allen (1986).

– Libro Jean-Luc Godard. Pensar entre imágenes.

 

 

(1) A lo largo de este texto son numerosas las citas procedentes de Pensar entre imágenes. Jean-Luc Godard, editado por Gonzalo De Lucas y Núria Aidelman, Ed. Intermedio, Barcelona, 2010. Por eso, para no atorar al lector, optamos por no especificar la numeración de página de cada uno de esos fragmentos textuales y nos limitaremos a incluir en las notas a pie de página las referencias a otros textos presentes en el artículo. Al fin y al cabo, tampoco hay una “nota a pie de imagen” cada vez que Jean-Luc Godard se apropia del pensamiento de un filósofo, un literato, un poeta…

(2) MONTAIGNE, Michel de: Ensayos, Ed. Acantilado, Barcelona, 2007, pág. 5.

(3) Citado por Jean-Luc Godard en el filme JLG/Portrait de Décembre.

(4) ROUSSEAU, Jean-Jacques.: Prefacio a Emilio o De la educación, Alianza Editorial, Madrid 1998.