Ser toro
El torero no tiene a nadie en frente, pero al mismo tiempo a todos a la vez. Controla la animalidad de la fiera con una suerte de música callada, al mismo tiempo que rompe el recuerdo de la mirada en el espejo y se concentra en una imagen viva, que no cesa de multiplicarse esquivando la muerte que le ronda. El hombre y el animal construyen así una forma donde se confunde la figura animal con la humana.