Americana 2014: Short Term 12 / The Motel Life

Planificación familiar

 

Cuando el cine no busca de manera directa convertirse en un producto de consumo, se torna con más facilidad en un arte capaz de explorar formas, temáticas y narrativas que se alejan de las comunes. En ese momento, su objetivo ya no pasa por agasajar al público (¡cuántas veces hemos oído aquello de que el cine es el arte de la evasión!) ni por abultar bolsillos, sino que se puede permitir una libertad que, por lógicas reglas mercantilistas, otras producciones no logran ni llegar a soñar. Sin ápice de resquicio, estas palabras solo sirven para tratar de explicar, de manera muy superficial, la relación natural que existe entre el cine independiente y las temáticas sociales: si las películas que dan dinero son aquellas que nos evaden, la regla de tres es de una lógica aplastante.

No es de extrañar, pues, que en esta primera edición (¡esperemos que haya más!) del Americana Film Fest, lo social encontrase su lugar entre la programación. Dejando de lado el acercamiento a la esclavitud de The Retrieval y American Promise, la dupla Short Term 12 (ganadora del premio del público) y The Motel Life establece un interesante diálogo sobre familias descompuestas y jóvenes desarraigados.

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En el centro de acogida Short Term 12, una pareja se ocupa de  un grupo de jóvenes con situaciones familiares difíciles. La relación entre supervisores y chavales es fluida, se entienden, se busca el asertivismo sin entrar en dramatizaciones de sus situaciones; están ahí para salir adelante y no para mirar atrás. La complicidad se da por el pasado de esos monitores. La comprensión de su mirada pasa por la experiencia propia, por la identificación que llega en un primer momento y por la introspección que esta genera después. El viaje en Short Term 12 empieza en lo ambiental de ese centro, pero a medida que el metraje avanza se constriñe hasta tocar al personaje que acoge a todos los demás. Como un psicólogo ante un paciente susceptible, la película opta por los rodeos para no espantar, pasa de lo general a lo concreto, para acompañar al espectador al mundo interior de uno de esos chavales.

short-term-12-moviePara todo ello, Short Term 12 no esconde su vocación documental, en parte porque su origen (un cortometraje) sí se movía en ese campo. Cámara al hombro, largos planos, libertad actoral… Todo respira lo que podríamos llamar un light free cinema en el primer tramo de la película, aquel en que somos testimonios de la vida y de las situaciones de los diferentes chavales en ese ambiente común. Sin embargo, cuando Destin Cretton (director y guionista) focaliza la atención de su cámara sobre Grace (la protagonista), Short Term 12 pierde en fluidez y se descubre como el andamio de una ficción con mensaje de autoayuda y sin rastro alguno de crítica. De ahí, también, lo de light free cinema.

The Motel Life, en cambio, tiene muy clara su condición de artificio y, más allá de no ocultarlo, se enorgullece desde su principio de su afiliación a la ficción. Lo cierto es que no está de más, especialmente cuando el ejercicio de contar historias audiovisuales es parte esencial de su contenido. Los hermanos interpretados por Stephen Dorff y Emile Hirsch solo se tienen el uno al otro desde que su madre murió cuando ellos eran apenas unos muchachos. Estos personajes bien podrían haber sido integrantes del Short Term 12 de haberles guiado alguien hasta allí, sin embargo han crecido solos, apoyándose entre ellos y complementándose del mismo modo en que lo hacen sus formas de expresión: Frank narra historias y Jerry Lee las ilustra.

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Toda la información inicial que obtenemos de esta familia llega, en su primer tercio, mediante un amplio abanico de flashbacks, animaciones y cuentos narrados por diferentes personajes y en distintos momentos del tiempo. Los hermanos Alan y Gabe Polsky, directores de la película, se preocupan por mantener la coherencia del uso de estos recursos expresivos. Así, los dibujos animados van siempre acompañados de una voz en off y sus historias forman parte de la imaginación de Frank, por lo que son ficciones dentro de la propia película. Los flashbacks son siempre material filmado y en ellos a menudo se filtran otras narraciones o flashbacks a los que acompañan sus respectivas voces en off. Un buen ejemplo de este recurso à la Inception (también conocido como palimpsesto o como efecto de las muñecas rusas) es una secuencia de la infancia de ambos en que su madre, primero en imagen y acto seguido solo como voz en off, les indica cómo actuar a partir de su muerte. En pantalla, cuando la explicación ya no es física sino un simple hilo de banda sonora narrada, tenemos acceso a lo que ocurrió a ambos muchachos tras quedar huérfanos. Con lo que dentro del flashback en que estamos, existe otro que, para más inri, es un flashforward del primero.

Artificiosa, ya lo comentaba antes. A medida que avanza el metraje, no obstante, la línea temporal se va quedando cada vez más en el presente y lo exagerado se filtra entre los poros de una historia que queda desdibujada y aguada con tanta majestuosidad. Se percibe en The Motel Life el latir de un corazón apasionado, pero la pregunta que queda sin responder es si en una segunda película los hermanos Polsky lograrán conducir mejor todo ese caudal.

 

© Móncia Jordan, febrero 2014