SEFF 2013 (2): De aquellos polvos, estos lodos

El triste olor de la carne / El futuro / E agora? Lembra-me

 

Mientras Alfredo Barrera, padre, marido y parado no confeso se agarra a los estertores de un capitalismo en vertiginosa decadencia por las calles de Vigo en El triste olor de la carne (Cristóbal Arteaga Rozas, 2013), la radio de los diferentes vehículos que coge durante su angustioso vía crucis —rodado, además, en un plano-secuencia de 87 minutos— le devuelve extractos del primer debate del estado de la nación en el que interviene Mariano Rajoy como presidente del Gobierno español. Fecha: Febrero de 2013.

el-triste-olor-de-la-carneEl preludio de una juerga nocturna, un guateque ochentero celebrado en un piso de Madrid en El futuro (Luis López Carrasco, 2013) es, pantalla en negro, el audio del discurso pronunciado por Felipe González tras ganar el PSOE las primeras elecciones democráticas de la historia de España. Esperanzador entonces. Tristísimo ahora. Arrancaba la Transición. Fecha: Octubre de 1982.

En uno y otro caso, hagan 31 años o ni siquiera uno, las palabras de ambos líderes políticos vienen al encuentro de nuestro presente —España, 2013—, cercenado por las consecuencias de la crisis económica, las nefastas cifras de desempleo entre jóvenes y no jóvenes, los recortes en los sectores públicos, los continuos escándalos de corrupción, el descreimiento y la desesperación (física y anímica)… Esos fragmentos de discursos políticos friccionan con nuestro hoy, chocan, lo agitan y zarandean. López Carrasco, murciano nacido en 1981 (y miembro del colectivo Los Hijos, cuyo tercer largometraje, Árboles, pudo verse también en el SEFF 2013), y Cristóbal Arteaga Rozas, chileno de 1979 asentado en Vigo, acuden al rescate de dichos archivos sonoros, el primero localizado en los cimientos democráticos de nuestro país; el otro, en nuestro pasado más reciente, ya en plena debacle económica del siglo XXI, y los ponen en contacto con dos recreaciones bien distintas, poco habituales en su apuesta formal y que, simultáneamente, mantienen una intención documental y una urgencia por ofrecer un espejo crítico en el cual mirarnos y por generar incomodidad, reflexión, denuncia, movimiento sobre el de la butaca a fin de cuentas.

A Alfredo Barrera (descubrimiento actoral de Alfredo Rodríguez) le sigue una cámara en toma única durante casi hora y media. Observaremos en tiempo real, muy cerca de su rostro y de su nuca, sus mentiras, su desesperación, su tentativa por mantenerse a flote mientras mantiene las apariencias y va empeñando diversos objetos. Cuenta atrás hacia el desahucio. Escuchamos a Rajoy a través de las ondas radiofónicas mientras el protagonista de El triste olor de la carne sigue su particular cruzada. El discurso del político coincide con los tiempos muertos en los que el protagonista ha de desplazarse de un lugar a otro y a través de él se nos da a conocer el contexto histórico-político en el que se enmarca el personaje y aunque presente diegéticamente el sonido, la imagen correspondiente de Rajoy queda suprimida en fuera de campo. Mientras los políticos hablan, sus decisiones condicionan de manera determinante, y en algunos casos letal, la vida de los ciudadanos.

De manera distinta, pero también directa, en E agora? Lembra-me tendrá un fuerte peso el devenir político-económico español. Joaquim Pinto —director, guionista y protagonista de esta cinta personal y diarística junto a su novio Nuno Leonel— documenta su propia cruzada contra el virus del VIH. Durante un año tendrá que viajar periódicamente a Madrid para someterse a un duro tratamiento experimental. En varios instantes del film también se referirá a la política española, al contexto de la crisis e incluirá alguna intervención televisada de Mariano Rajoy. En un momento señalado, la vida del propio autor se verá condicionada por una decisión política tomada por el Gobierno español actual, pues el Real Decreto de Medidas Urgentes dictamina dejar fuera del Sistema Nacional de Salud a todo aquel individuo no regularizado y que no cotice.

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¿Es necesario que todo cambie…?

En el arranque socialista en El futuro, al igual que sucedía con los fragmentos del discurso ya mencionado de Rajoy en El triste olor de la carne, la imagen de Felipe González queda también fuera de campo. La ausencia de imagen o la imagen negra en la pantalla permite que concentremos mejor nuestra atención en el contenido del discurso, que late como un jarro de agua fría en nuestro hoy. Por otro lado, Luis López Carrasco lleva a cabo una aguda recuperación de canciones de la época que, simultáneamente, serán la banda sonora de la fiesta ochentera puesta en escena. Como si se tratara de un improbable cruce entre Canciones para después de una guerra y una posible L’âge atomique filmada por Almodóvar a principios de los ochenta, esas melodías y letras ácidas, contestatarias, visionarias, radioactivas… (de, entre otros, Aviador Dro, Ataque de Caspa, Flácidos Lunes…) provocan un cortocircuito literal y figurado en nuestra cabeza y en los propios planos rodados en 16 mm que se suceden a los largo de 67 minutos. El sonido irá mutando progresivamente en ruido y la imagen se irá distorsionando, interrumpiendo, quemando y el tiempo, durante esa celebración juvenil, se irá deteniendo, condensándose en una nube de placidez auspiciada por el alcohol, las drogas, los intercambios de emociones y fluidos…

el-futuro-chupitos300Es interesante el efecto-espejo que convoca y posibilita la película y la imagen extrañamente familiar que nos devuelve, más allá de las diferencias más evidentes de vestimenta (que en algunos casos no son tales) o temas puntuales de conversación propios de la época. La imagen que nos devuelve El futuro de nosotros mismos, de aquel entonces y de este ahora, no es nada complaciente, como tampoco lo es la que nos entrega El triste olor de la carne, ambas apuestas radicales para remover y activar las conciencias. Si 1982 era el futuro, pero en términos políticos, económicos y humanos ese futuro sobre el que nos proyectábamos aún no ha llegado, entonces resulta que seguimos aún en aquel punto de la historia, en aquel futuro de nuestro pasado 1982. Y, al final, parece que todo cambió para seguir igual y que, como enuncia López Carrasco en una entrevista concedida a Eulàlia Iglesias para El confidencial: “En España confundimos democracia con sociedad de consumo, nos creímos que la democracia se consolidaba como si nada”.

 

 

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* El futuro concursó en Sevilla dentro de la sección “Las nuevas olas” mientras que E agora? Lembra-me en Las nuevas olas: no ficción. El triste olor de la carne se alzó con el premio FIPRESCI, otorgado entre las películas que compiten dentro de “Resistencias”, sección recién nacida en el X Sevilla European Film Festival (SEFF) y que, en palabras de José Luis Cienfuegos, su director, pretende albergar “ese otro cine español, independiente casi hasta la autarquía, y que establece una correspondencia de doble vía (carretera asfaltada en dos direcciones)…”.

 

© Covadonga G. Lahera, noviembre 2013