Mother

Metonimia

 

La parte

Una madre sale de un edificio oscuro del que sabemos, por la escena anterior, que es el cuartel de policía. Parece desanimada, o eso nos expresa su actitud: la mirada fijada en un horizonte desesperanzado, la caída de sus hombros, el paso constante y firme pero con aire baladí… Tras salir a la calle se topa con la intensa lluvia que presagia su situación, pero no le importan las inclemencias del tiempo y camina hacia delante con un rumbo automatizado que posiblemente le llevará a casa o a algún lugar que edulcore su existencia. Se muestra indiferente ante su situación bajo la tormenta, no porque no se percate -que quizás tampoco lo haga- sino por una sensación de desazón y desaliento heredada muy probablemente de lo que ha sucedido dentro de la oficina de policía. Se siente -y esto es mío- sola.

Un agente sale a su acecho con algo entre las manos. Él sí es consciente de la situación de esa madre y quiere ofrecerle su ayuda. Por ello no duda en ofrecerle aquello de lo que dispone, la mejor herramienta que posee para salvar la situación. La intención existe, quiere salvaguardar a esa pobre mujer de la que se apiada, pero se enzarza en una lucha con un paraguas rebelde que más que pretender llevar la contraria no ha contado con una revisión desde hacía tiempo. Y ya sabemos que todos nos acordamos de Santa Rita cuando llueve. La intención existe: quiere ayudar; pero hay ocasiones en las que la intención no es todo lo que vale, y menos si no se tienen los medios.

Continuando su camino se encuentra a un vagabundo que arrastra su casa cual caracol. De refilón, la madre se percata de que en ese carro que carga el hombre hay un paraguas que sí le servirá. Lo toma, le ofrece una recompensa al vagabundo (quien en un acto de reconocimiento de la penuria toma solo la mitad del dinero) y se resguarda de la lluvia. Prosigue su camino con el mismo ritmo, con la misma indignación o tristeza -no sabría decir- pero, como mínimo, ahora camina protegida.

 

El todo

Siempre he sentido fascinación por el concepto de la metonimia, de cómo de un fragmento se puede sacar el universo al que pertenece y representa su parte. Quizás por ello me llamó la atención esta secuencia de Mother (Madeo, Bong Joon-ho, 2009). A través de ella, de sus elementos y de la minitrama que se genera, obtenemos a grandes rasgos la sinopsis de la película con spoilers incluidos. Y es que si según Xavier Pérez y Jordi Balló (1) solo existen veintiuna tramas posibles, lo único que nos queda en la narrativa es procurar acercarnos a esos argumentos de maneras diferentes, con formas distintas y/o rellenando de detalles diferenciadores las obras.

A escala microscópica, Bong da buena fe de ello en la secuencia de la que hablamos, que funciona como espejo del mundo más amplio de la película. Pero a escala real lo ejerce con su cine, pues no deja de ser una metáfora de la batalla que supone para una sociedad “poco avanzada” el encontrarse ante una situación extraordinaria, ya sea esta un asesino en serie en un área rural, un monstruo que amenaza la seguridad ciudadana o una madre que busca probar la inocencia de su hijo. Es en este carácter de “muñeca rusa” donde la secuencia de la lluvia se convierte en pura metonimia de Mother y de la obsesión de un director preocupado por la incapacidad de encontrar soluciones ante la simple falta de medios.

Aunque no llegue a la exquisitez de Memories of Murder (Salinui chueok, 2003) o The Host (Gwoemul, 2006), Mother no deja de mostrar las inquietudes de un director que se sirve del medio para denunciar la precariedad de un sistema. Lo hace, como en la secuencia, usando la metonimia, pues de las luchas de sus personajes se extrae la de toda una sociedad. Aun así, pierde en esta película parte de la frescura que hizo de Bong un director comprometido a la par que divulgativo, y es que para tratar la historia de una madre coraje ha considerado que era mejor dejar de lado el estúpido y exagerado sentido del humor surcoreano, quizás para darle internacionalidad, quizás para darle comercialidad o quizás porque le ha dado la gana, pero eso le ha hecho perder cierto sello y las risas de quienes disfrutamos con lo hiperbólico.

 

 

(1) PÉREZ, Xavier; BALLÓ, Jordi: La semilla inmortal, Anagrama, Barcelona, 1997.