Joaquim Pinto en el IV Festival Márgenes

Cine de la intuición

 

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Fotografía perteneciente a la clase magistral de Joaquim Pinto en Madrid

“Es necesario que el cine sea apenas esto: un órgano de creación artística y de acción educativa y social”, con estas palabras, firmadas por Manoel de Oliveira en 1933, finalizaba su clase magistral (1) Joaquim Pinto en el IV Festival Márgenes. Una declaración de principios que impregna el cine que realiza junto a su pareja, Nuno Leonel, al menos así se destila de las cuatro películas que formaron la pequeña muestra dedicada a ambos cineastas: Rabo de Peixe (producida en 2003, pero remontada en una nueva versión en 2015), Fim de Citaçao (2013), O novo testamento de Jesus Cristo segundo João (2013) y su film más reconocido E agora? Lembra-me (2013).

Parece imposible hablar de forma aislada de esos largometrajes, cada uno funciona como un contraplano del resto, y dejan esa agridulce sensación de que siempre hay algo indefectible que queda en fuera de campo. Cuatro títulos que cuestionan la vida y el medio cinematográfico con una inmensa libertad política e ideológica, pero también con los que la pareja de cineastas logra transmitir una honestidad y una coherencia que comulga con su trayectoria profesional —Pinto ha sido ingeniero de sonido y productor en filmes de Oliveira, Monteiro, Ruiz o Techiné—. Con esa permanente sorpresa frente al mundo, ambos realizadores registran un tiempo marcado por la ausencia, sujetos de forma inevitable a una tradición consciente de la supervivencia de la memoria teñida de melancolía. Y es precisamente de esa ausencia de donde nace su libertad artística, la que permite que su vida atraviese su obra, certificando un compromiso con su propia existencia y con el arte.

Decía Serge Daney, amigo personal de Pinto, que el cine portugués es el más lento del mundo. Como el ritmo sinuoso y atemperado de la babosa que cruza el plano fijo al inicio de E agora? Lembra-me, el cine que crean Pinto y Leonel requiere de tiempo: el del espectador para comprender y conectar con su mundo, y el de la vida que capturan con su cámara. De la misma forma, el arte de la pesca que practican los hombres de Rabo de Peixe no entiende de urgencias, o consumo masivo, su oficio nace de una armonía con el medio, bajo el respeto de las tradiciones. El tiempo también de sostener más de dos horas de discurso —la lectura del Evangelio según San Juan—, junto al agotamiento físico del actor y del espectador que observa, y sobre todo escucha, en muchas ocasiones con la pantalla en negro (2), en O novo testamento de Jesus Cristo segundo João —la grabación del sonido se hizo seguida, el montaje está en las imágenes. La duración necesaria para vislumbrar el porqué de una obra de teatro, cuya resistencia frente a la institución radica en mostrar la riqueza y la fuerza de la palabra, más allá de los autores y los actores que la interpretan, sin importar la diversidad de lenguas (portugués, francés, inglés, alemán, castellano o ruso) ni su entendimiento en Fim de Citaçao.

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Un fotograma de Rabo de Peixe, un documental dedicado a un arte en peligro de extinción

Precisamente, E agora? Lembra-me vertebró toda la muestra porque en ella, además del año de tratamiento médico que vivió Pinto, descubrimos sus otros trabajos junto a Leonel. Comprendemos que durante esos doce meses se llevó a cabo la filmación de O novo testamento… con Luis Miguel Cintra, quien también protagoniza la obra de teatro Fim de Citaçao registrada “entre dos test clínicos en Madrid” (3); que los dos perros que aparecían en el día a día de la pareja junto a los pescadores de Rabo de Peixe forman ya parte esencial, doce años después, de su familia; y descubrimos lo que fue aquel rodaje a través de las fotografías y las memorias atesoradas. El puente de todas esas imágenes no es solo el tiempo en el que fueron registradas sino la voz del cineasta que imprime su propia pátina a la historia.

“Hablamos de esa idea cada vez más rara de un hombre libre”, reflexiona Pinto en Rabo de Peixe. Grabado entre 1999 y 2001, el film nace como un documental por encargo con el objetivo de registrar un arte de pesca en peligro de extinción en el municipio homónimo, perteneciente a las Azores. Diez años más tarde, Pinto y Leonel retoman aquel material y alargan el metraje incluyendo aquellas grabaciones personales de su estancia en la isla (4). Dos caminos, el del documento etnográfico y el del diario personal, que se cruzan indisolublemente revelando otras capas que ayudan al espectador a adentrarse en ese espacio con espíritu investigador sin obviar el componente humano. La situación extrema que ahoga Rabo de Peixe —uno de los lugares con mayor índice de pobreza de Portugal, según explica el mismo Pinto al inicio de la película—, la lucha diaria por la dignidad laboral de unos pescadores acechados por las grandes empresas, la intrínseca relación de respeto y miedo por ese océano que les da de comer o el alto nivel de absentismo escolar se entremezclan con la sorpresa incontestable de estos cineastas incapaces de abandonar aquel remoto lugar, con los rostros de Pedro y sus hermanos, con la identidad de una comunidad forjada en sus tradiciones o con la emoción de unos niños al grabarse por primera vez. Sin embargo, la realidad vence siempre frente a la ficción y con la llegada del euro aquellos pescadores quedaron subyugados al mercado europeo.

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Cintra declamando el Evangelio en O novo testamento de Jesus Cristo segundo João

“Hablamos de nuestro trabajo, de la grabación de películas, de historias de amor, dramas, comedias… Hablamos sobre historias donde los personajes comen pero parecen no cagar. Nos reímos”. En Rabo de Peixe habla Pinto pero también lo hace Leonel, mientras se turnan la cámara para convertir la narración en una multiplicidad de sonidos, de gestos, de vidas que transmiten la experiencia, la suya y la de estos —ya no tan desconocidos— hombres. Ahí se enclava la esencia de su cine, en no ejercitar una simulación sino en procesar una realidad vista mediante la cámara, tamizada a través de sus propios ojos, con sus propios recuerdos. Sus voces se agarran a la imagen en Rabo de Peixe o E agora? Lembra-me como un vehículo que viaja de lo íntimo a lo cinematográfico hasta formar un discurso colectivo. No obstante, la palabra no se agota en ellos mismos, sino que el tándem pone en jaque los límites del discurso a través de la voz de Cintra en O novo testamento de Jesus Cristo segundo João, donde usaron micrófonos omnidireccionales ya en desuso (“en homenaje a Antoine Bonfanti”), con los que todo sonido queda registrado. Pero también cuestionan los límites del discurso audiovisual, del ver y no ver, hasta construir un juego de luces y sombras que potencia la experiencia del espectador frente a la palabra. La multiplicidad de voces adquiere una especial relevancia en Fim de Citaçao donde la lucha contra lo efímero se torna en un ejercicio de miradas. El registro de esta obra de teatro, con cámara fija y las dos cámaras de Pinto y Leonel, plantea un viaje del sonido a la imagen y viceversa, e invita al espectador a asomarse a ese espacio de creación.

En un momento de E agora? Lembra-me, Joaquim Pinto graba su ojo observando en la oscuridad de una habitación a través de un agujero por el que se filtra la luz de la mañana, vemos el contraplano —una plaza con una fuente— y volvemos a ver sus ojos cuyas gafas reflejan el paisaje exterior. Mientras, su voz relata cómo a los seis años al volver del colegio decidió que iba a morir, se durmió con esa idea y soñó que subía a un cielo como los de Matisse. “Me desperté, un rayo de sol brillaba en medio del vacío, y vi el mundo bocabajo en la pared”. Al mismo tiempo, presenciamos una profunda oscuridad de la que brota un punto de luz sobre el que Pinto coloca una hoja en blanco para que podamos observar, como él en aquel momento de su infancia, el nacimiento de la imagen. “Olvidé aquella idea de muerte”, sentencia. Poco a poco esa imagen borrosa y bocabajo se va enderezando hasta descubrir a Nuno en ella, trabajando en la limpieza de la fuente junto a una vecina. Y ante ese alumbramiento de la fotografía incipiente, asistimos a las raíces de la creación artística, de la pasión que mueve (y conmueve) al cineasta frente al plano.

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Joaquim Pinto y Nuno Leonel en un instante de E agora? Lembra-me

Entre las preguntas del público aquel frío doce de diciembre en Madrid surgió la inquietud por conocer la motivación de filmar E agora? Lembra-me. Y la respuesta: “La discriminación hacia los enfermos de SIDA. Como yo soy libre y no tengo jefe creí que alguien debía hablar sobre el tema y que no fuera un filme enfocado en el medicamento, sino algo más abstracto que hablara de otras cosas”. La honestidad y la libertad por encima de todo para poder elegir el contenido y la forma. La constante búsqueda de subversión de un sistema que les es ajeno, de un cineasta que no sabe cómo hablar de cine, por ello, habla “de vidas, de experiencias”.

© Ana Aitana Fernández, diciembre 2014/ enero-febrero 2015

 

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(1) La masterclass de Joaquim Pinto se puede ver completa, a excepción de las preguntas del público, en https://www.youtube.com/watch?v=oF3ciZvzziw.

(2) Sobre la ausencia de imagen en ciertos momentos de O novo testamento de Jesus Cristo segundo João Pinto hizo referencia, durante su clase magistral, a la película Branca de Neve (João César Monteiro, 2000) donde trabajó como sonidista.

(3) Dato extraído de la entrevista que numerocero.es realizó a Joaquim Pinto y Nuno Leonel durante su paso por el Festival Márgenes.

(4) La nueva versión de Rabo de Peixe se ha presentado en la 65 edición del Festival Internacional de Cine de Berlín, en la sección Forum.