In Another Country
Huppert imaginada
El día que empecé a ver In another country (Da-reun na-ra-e-seo, Hong Sang-soo, 2012) no llegué más allá de la primera media hora. En el segundo intento la retomé desde el mismo punto en que la había dejado, pero al terminar volvió a empezar por voluntad propia de mi reproductor de vídeo –que demostró ser bastante más inteligente de lo que yo pensaba– así que la volví a ver, esta vez del tirón. Y así fue como, por capricho de la tecnología, llegué al núcleo duro del último trabajo de Hong Sang-soo. Porque uno siempre sabe más o menos qué va a encontrarse en cada nueva película suya, pero a la vez nunca sabe muy bien a qué atenerse. Lo mismo puede sacarse de la manga una estructura con viajes en el tiempo, una sucesión de universos paralelos o posibles rutas recalculadas cual hiperficción explorativa al más puro estilo “Choose your own adventure”. Todo sin grandes aspavientos.
La película se divide en tres capítulos protagonizados por Isabelle Huppert más una serie de actores fetiche. En un principio podría parecer que vuelve a jugar con la simultaneidad de diferentes episodios que se desarrollan en un mismo espacio: ella representa un papel distinto en cada fragmento, sin embargo los demás permanecen más o menos constantes, no sabemos si conscientes o ajenos a las mutaciones de Anne, el personaje de Huppert. El caso es que aparecen y desaparecen, colándose a través de las costuras del relato, relegando toda la carga interpretativa en ella, que se deja querer cual diva veleidosa. Su pequeña figura llega para desestabilizar todos aquellos perímetros de confort preexistentes. Es tan vasto el abismo que la separa de los demás, que la película se sirve en numerosas ocasiones del absurdo y el equívoco para evidenciar el choque cultural, y se ayuda en contadas ocasiones de la comunicación gestual más que de la verbal.
En el primer capítulo su personaje se inspira claramente en Claire Denis, presentándola como “una importante directora francesa, la mujer que vi en el Festival de Jeonju” (ella participó en el proyecto colectivo del festival en 2011, junto con Straub y Guerin), y enlazando con una serie de ideas poderosas en su filmografía, como podrían ser la del extraño, el intruso o el cuerpo exótico (¿cuándo hemos visto a Hong Sang-soo filmar los abdominales de un jovenzuelo como lo hace en esta ocasión? ¿De dónde ha sacado esta idea de atracción física entre individuos de razas distintas? Incluso cuando filmó Night and day [Bam gua nat, 2008] en París no había prácticamente ningún tipo de interferencia física de personajes franceses) que pululan a lo largo del metraje. De hecho, Huppert fue la reencarnación de la mujer dura denisiana en la última película de esta, Una mujer en África (White Material, 2009), papel que actualmente solo podía personificar ella. A estas alturas se ha ganado a pulso el estatus de actriz francesa de cine de autor exportable por excelencia, y ya parece que se re-interpreta a sí misma continuamente.
Así que la película deambula en una especie de improvisación supercontrolada, rituales cotidianos y conversaciones bañadas en alcohol, hasta que descubrimos que la botella de soju rota que encuentran los protagonistas en la primera escena del filme perfectamente podría ser la que tira Anne en la orilla al final del último episodio, borracha y desesperada. Entonces ya no podemos hablar de tres relatos perfectamente lineales y paralelos, sino de una espiral mal dibujada con mano temblorosa en la que el trazo produce interferencias, discontinuidades, pues se rozan sutilmente o incluso se cruzan en ocasiones. Si bien The day he arrives (Book chon bang hyang, Hong Sang-soo, 2011) era una pesadilla temporal en toda regla, In another country es más bien un bucle infinito, fruto de la imaginación de una chica que escribe guiones para no aburrirse en un hotel que detesta, ente superior que decide cuándo una película acaba y cuándo vuelve a empezar desde el mismísimo principio.
©Laura Menéndez, marzo 2013