I diari di Angela- Noi due cineasti
Imágenes de la memoria, voces en el tiempo
El pasado diciembre, la sala Xcèntric de Barcelona exhibió I diari di Angela – Noi due cineasti, obra que se divide en dos capítulos, es decir, en dos películas. El día 10 se pudo ver el primero (I diari di Angela – Noi due cineasti, 2018) y el día 13 el segundo (I diari di Angela – Noi due cineasti. Capitolo Secondo, 2019), los cuales contaron con la presencia del curador del evento, Gonzalo de Lucas, quien también presentó ambas cintas. Teniendo en cuenta la situación de las salas en el pasado año debido a las medidas adoptadas durante la pandemia del COVID-19, no es aventurado decir que este fue uno de los estrenos más importantes de España en el 2020. Ya no solo por su carácter de premiere nacional sino por lo interesante y diferente que supone seguir visionando el trabajo del dúo de artistas. El regreso de Yervant Gianikian y Angela Ricci Lucchi al cine (si es que alguna vez se fueron) supone un radical cambio tras Pays barbare (2013) y su última realización en el 2016: À propos de nos Voyages en Russie. La diferencia (que no solo se da en cuanto al formato sino en la esencia de su labor cinematográfica) radica en la muerte de Ricci Lucchi un trágico 28 de febrero de 2018. Por ello puede sonar extraño que antes mencionase el regreso de ambos al cine. Que Ricci Lucchi ya no esté entre los vivos supone un cambio drástico en la concepción de la obra de la pareja, pero, atendiendo a las palabras y la visión de Gianikian, su esposo y compañero en el arte y en la vida, “ella sigue de alguna forma aquí, firmando las películas”.
¿Qué mejor forma de rescatar un cuerpo, una persona y su fisicidad perdida, del más allá que mediante el cine?, medio resucitador que inmortaliza las imágenes de lo que una vez fue… El cine es, a la par que la muerte trabajando como diría Jean Cocteau, la fijación de los cuerpos en movimiento; la única realidad que existe sobre lo que conocemos por el nombre de inmortalidad. La fotografía y la pintura pueden fijar un cuerpo congelado en el tiempo, la música puede registrar una voz… pero solo el cine es (o era, hasta que llegó el digital) capaz de hacerlo todo a la vez y hacer perdurar imágenes en forma de gestos. El díptico I diari di Angela – Noi due cineasti se comprende como un gran monumento a Angela Ricci Lucchi, a su fisicidad, a su esencia desperdigada en sus numerosos y detallados diarios de viaje y varias horas de archivos grabados, filmados y fotografiados. Yervant Gianikian orquesta una sentida ovación que, en lugar de servir de adiós, logra continuar la vida de su mujer de forma arrebatadora. Este texto se presenta como un acercamiento al trabajo que el cineasta ha realizado a partir de los más de cuarenta libros que recogen los diarios de Ricci Lucchi y que contenían años de notas sobre el proceso creativo, descripciones de sus viajes juntos y sucesos y reflexiones del día a día.
I diari di Angela – Noi due cineasti es, como apuntábamos, un caso excepcional dentro de la filmografía de la pareja. La mayoría de sus películas previas partían de material de archivo del siglo XX para después estudiarlo y enlazarlo con la voluntad de llegar a conclusiones diferentes a las ideas y/o fines originales con el que se elaboró. La principal cuestión que se planteaban a la hora de realizar cada obra radicaba en el porqué se muestra una imagen en un contexto determinado y de qué manera. Interrogación que entroncaba con el nuevo significado (a veces reivindicativo, otras etnográfico, irónico, salvaje, desvelador… siempre político) que ellos daban a la imagen simplemente ralentizándola para captar cosas que antes era imposible vislumbrar, releyéndola para desgranar su naturaleza real o montándola con otra para crear una idea, un discurso o una reacción. El método con el que los cineastas devolvían en muchas de sus películas esas imágenes al mundo, al ámbito público, es abordado en la primera parte de I diari di Angela – Noi due cineasti, donde se detalla el largo proceso de búsqueda y posterior visionado de todo el material que se explora. Mediante lo que Gianikian y Ricci Lucchi llaman la “cámara analítica”, un dispositivo cinematográfico de fabricación propia que les permite reproducir lo que habían visto en los fotogramas durante el procesado manual; una especie de lupa que les revelaba todo aquello que la imagen podía esconder, títulos como Oh! Uomo (2004), Images d’Orient: Tourisme vandale (20019) o Karagoez catalogo 9,5 (1981) han conseguido reinventar algo que parecía fijo en la Historia. Reproducidos con lentitud extrema (considerando la velocidad normal de proyección), los diferentes fragmentos de filmaciones en colonias, guerras, expediciones etc. son examinados minuciosamente para resignificar el archivo y hacer que hable (o mejor, que grite) lo que callaba. El díptico recorre algunos puntos clave de su creación fílmica, pero también incorpora otro tipo de imágenes personales, entre los que encontramos fragmentos en Super 8, vídeo o fotografías que se retrotraen al origen mismo de su colaboración. Cada parte expresa retazos y bloques de tiempo en sus vidas; un todo incompleto que se genera a medida que Gianikian lee los diarios de su amada fallecida.
Tras más de cuarenta años trabajando “a cuatro manos” (como dice Gianikian) y compartiendo la vida, Yervant Gianikian y Angela Ricci Lucchi han explorado el mundo y su historia reciente. Su obra se ha fijado, sobre todo, en la violencia del pasado siglo y ahora, con I diari di Angela – Noi due cineasti se inicia una nueva etapa para Gianikian. “Angela vuelve a la vida mediante sus palabras escritas a mano, en sus dibujos y acuarelas” decía en una entrevista y la forma en que ambos se comunican da saltos en el tiempo y el espacio, formando un tapiz en el que se teje la vida de la pareja y el mundo que los rodeaba. Mientras la presencia de uno se intuye fantasmal, pues solo se escucha su voz al leer las páginas del diario o pasarlas directamente con sus manos, el cuerpo de la otra se hace visible en las imágenes acumuladas de sus viajes. Cada uno toma el papel del otro, en la vida y la muerte, intercambiando papeles en una serie de documentos que se adentran en lo cotidiano y en lo extraordinario, en lo sencillo y lo complejo, para continuar un camino abierto hace ya mucho tiempo.
Cocinando entre ruinas
La primera parte de I diari di Angela – Noi due cineasti se mueve dispersa, anecdótica y, aun así, atrayente, desde la búsqueda de una película en 35 mm de los prisioneros de guerra del Imperio Austro-Húngaro en un archivo ruso hasta el intimismo delicado y sencillo de la figura de Angela en sus momentos de descanso. Haciendo hincapié en la presencia de Ricci Lucchi y las impresiones que tenía de algunos de los viajes más destacados por su marido, ahora lector incansable, el film opera como ciertos cine-diarios de Jonas Mekas mezclados con la versatilidad en el montaje característico de la pareja. En 1989, su viaje a Rusia les hizo descubrir nuevos parámetros tanto de archivo como de conexión social, al mismo tiempo que los llevó a conocer personalidades pintorescas. Intercaladas con el texto y siguiendo un orden narrativo concreto, las imágenes de Angela haciendo la comida, dibujando con acuarela o escuchando conversaciones ajenas aburrida sobre una mesa se adhieren a la voz de Gianikian que da vivacidad a sus recuerdos. De entre la cantidad de libros de diarios, él escoge trabajar con cierto material que cree esencial y que casa con los sucesos relevantes en sus vidas para poner en cohesión la memoria y la imagen a la vez que completa ciclos inacabados. Su trabajo artesanal, unido al de recopilación, estructuración y búsqueda de archivos de imágenes de diferente formato y de lectura de los diarios, resultó arduo y complejo. En especial, la vuelta a algunas imágenes concretas, como las que filmaron en un viaje a Sarajevo en 1996, que son bastante conmovedoras a la vez que tensas. En estas concretamente se ven los edificios derruidos por las bombas del asedio, las minas terrestres que aún quedan enterradas en determinados puntos y las personas que pasan por la calle mirando con desconfianza… También es de obligada mención el tramo de la cinta que muestra imágenes de su viaje a Turquía en 1979 y en el que se habla de la supervivencia del padre de Gianikian al genocidio.
La violencia y el dolor, como se puede observar en el film, continúan siendo ejes centrales del ideario de los cineastas, aunque también puedan encontrarse momentos de jovialidad e incluso ternura. Por poner dos ejemplos: una gran parte del capítulo se destina a la aparición de la pareja en festivales de cine de Europa y al encuentro con personas de diferentes espacios del cine. En la década de los setenta, el actor Walter Chiari, un charlatán en toda regla que fue modelo para La dolce vita (Federico Fellini, 1960), ameniza algunos momentos de los viajes de Gianikian y Ricci Lucchi mientras, en 1993, en el Archivo de Krasnogorsk de Rusia, una gata que suele desconfiar de los extraños recibe a Angela con gran cariño.
Capitolo secondo: Tríptico desgarrador
Finalizado en 2019, I diari di Angela – Noi due cineasta. Capitolo Secondo comienza con la imagen de un rollo ajado, húmedo y casi putrefacto de película olvidada en un antiguo archivo. La imagen simbólica que muestra a Gianikian desenrollando el celuloide refleja al mismo tiempo el olvido y el recuerdo. Este capítulo también va a moverse en esa línea, pues su división en tres segmentos —que hablan del viaje a Estados Unidos, después a Jerusalén y, finalmente, de la infancia de Angela— unificará lo ignorado o no mostrado jamás con la necesidad imperiosa de rescatarlo de su letargo.
En lo referente al ritmo y a la composición, este segundo capítulo cambia con respecto al primero. El recorrido a trompicones se intercambia por la solidez progresiva de una dramaturgia experimental en los mencionados tres actos. Con un sentido más profundo de la unidad narrativa, I diari di Angela – Noi due cineasta. Capitolo Secondo nos revela los momentos más tensos de la vida de Angela, haciendo que su cuerpo vaya desapareciendo a voluntad de Gianikian para centrarse en su recuerdo etéreo, su figura espiritual podría decirse.
Uno de esos instantes se produce en el viaje de ambos del año 1981 a Nueva York, concretamente al Anthology Film Archive, donde conocen a las figuras clave del panorama vanguardista del cine norteamericano —Jonas Mekas, Chick Strand, Ernie Gehr o Larry Gottheim— y continúan haciendo una gira por el país proyectando algunos de sus filmes (cuyos fragmentos continúan mezclándose entre la voz de Gianikian y los demás elementos gráficos). Su recorrido por el extenso país, sumado a la frágil salud de Angela, terminaron por cansarla mucho. Por aquellos años, los cineastas estaban trabajando en su llamada “Trilogía de la guerra”, y el próximo paso en la película muestra algunas imágenes de un proyecto cancelado. Su viaje a Jerusalén conllevó para ambos una de sus experiencias más radicales y agobiantes. Imágenes de aglomeraciones ingentes de fieles que se apelotonan en torno a las iglesias y calles. De las tres confesiones (cristianos, musulmanes y judíos) miles de personas avanzan cantando o rezando, conformando imágenes impresionantes a la vez que abrumadoras de un Viernes Santo en la ciudad con más concurrencia durante esa semana sagrada. Una palabra se repite en el diario de Angela: fanatismo; y se puede ver el descontento y la incomodidad que ambos profesan mientras graban todo cuanto a su alrededor sucede. Sin apenas espacio para respirar, la pantalla se llena de cuerpos, cruces, cánticos y velas que impiden centrarse en un objetivo concreto. El horror vacui hecho carne y elevado a la máxima potencia anula incluso la voz de Gianikian que enmudece para dejar paso al ruido de los festejos.
La progresión del final del segundo capítulo va in crescendo, anunciando un clímax próximo y seguido de una vuelta a la calma, tanto visual como dialéctica. Imágenes de los dibujos a acuarela de Angela, cuyos trazos finos y rústicos en fondos blancos muy amplios contrastan directamente con lo antes visto y describen su niñez durante los últimos años del fascismo en Italia. En un espacio que recuerda brevemente a los de la película Ghiro ghiro tondo (2007), la voz de Lucrezia Lerro que sustituye a Gianikian relata las últimas páginas del diario de Angela que escucharemos… Con un pasaje acompañado de los dibujos de Ricci Lucchi, que retratan el pasado republicano de su familia y las penurias que sufrieron durante los años del Duche, se cierra la última parte de un tríptico genuinamente voraz y hermoso. La manera en la que Gianikian monta cada imagen, cada palabra y cada recuerdo, yendo desde los últimos años de Angela hasta su infancia en contra del tiempo cronológico, solo puede percibirse como la consagración de su creencia en que ella aún lo acompaña. Porque, a pesar de que, en presencia ya no esté, el hecho de que aparezca en las imágenes y mediante sus palabras escritas, es suficiente para hacerla tangible. ¿Quién puede decir que no vimos una película de Yervant Gianikian y Angela Ricci Lucchi esos dos días de diciembre en Xcèntric?
“Decidimos pronto que siempre continuaremos nuestro trabajo juntos. Así que seguiremos haciendo películas juntos, también en el futuro”.
Yervant Gianikian
© Borja Castillejo Calvo, enero de 2021
Bibliografía:
Entrevista a Yervant Gianikian realizada por Paula Arantzazu Ruiz para Sensacine (1/2/2020)