Edward Elgar y Hong Sang-soo

Variaciones (de Elgar a Hong)

 

A quien me llevó a conocer a Elgar y a quien le presenté a Hong

 

 

No es necesario creer en el destino para descubrirse pensando en la premeditación de un plan maestro que confabula con los sucesos para hacernos llegar a cierto punto de nuestra vida de una forma u otra. En numerosas ocasiones, y pese a estar convencidos de nuestro libre albedrío como motor de la existencia humana, nos encontramos apelando a ese destino que negamos para afrontar algunas situaciones, porque no podemos negar que todos nos hemos oído decir aquello de “si no sucedió, es que no tenía que suceder”… De igual modo, las coincidencias son siempre curiosas y tienen un carisma al que es difícil no sucumbir, y, tras apasionarnos con algo, de repente nos parece que el mundo apela a ello a cada paso en nuestro camino. Así, tras aprender una palabra nueva observamos sorprendidos que todo el mundo se ha puesto de acuerdo para usarla; o, tras conocer al amor de nuestra vida, nos parece reconocerle en cada cogote que nos cruzamos en nuestro camino a casa.


En la primera secuencia de Slacker (Richard Linklater, 1991), el propio director de la película reflexiona en voz alta en el asiento trasero de un taxi sobre cómo la toma de una decisión consciente entre dos o más posibilidades crea, automáticamente, un mundo paralelo en aquellas direcciones que han sido descartadas. Según esa teoría, la vida sería una continua creación de vidas no vividas sino por álter-egos o, lo que sería lo mismo, un sinfín de variaciones sobre la trama principal de nuestra historia. La carrera de Hong Sang-soo bien podría definirse bajo ese mismo concepto y titularse Las variaciones Hong, como quedó más que evidenciado en la variación creada por los compañeros Laura Menéndez y Daniel de Partearroyo en esta misma revista. Sin embargo, en ocasiones uno puede sentir que esas otras vidas alternativas cobran presencia (¿qué son los dèja vu? ¿Fallos en Matrix?) y que nos convocan a pensarlas e incluso a retomarlas. Las casualidades bien podrían ser invitaciones a vivir esas otras variaciones de nuestras vidas; casualidades, por otra parte, que nos hacen evidente la presencia de esos otros yoes hasta tal punto que nos paramos a reflexionar sobre ello, sobre si realmente existe un plan dirigido y si nuestras elecciones no son tales…

 

 

Meses después de aquel “error en Matrix” en que coincidieron en un mismo fin de semana Edward Elgar y Hong Sang-soo de manera reiterada, sigo dándole vueltas a las coincidencias. ¿Qué fuerza del destino (y más importante aún: ¿por qué?) me llevó a asistir a un auditorio a escuchar en directo el Concierto para chelo de Elgar y, al día siguiente, de manera totalmente azarosa, a visionar en un festival Oki’s Movie (Ok-hui-ui yeonghwa, 2010) de Hong y escuchar en ella como banda sonora (repetitiva, como las variaciones) Pompa y circunstancia de Elgar? ¿Qué extraño mensaje se esconde tras la reiterada coincidencia de dos autores (uno de la música y el otro del cine) obsesionados con las variaciones? ¿Por qué sin darme cuenta he hablado de los errores en Matrix (como llamaban en dicha película a los dèja vu) cuando, precisamente, las Variaciones Enigma de Elgar sirvieron como punto de partida para la banda sonora de la película de los Wachowski? ¿Será que Elgar vive en alguna de mis vidas no elegidas y está tratando de comunicarse conmigo? ¿Estaré demasiado afectada por Fringe y sus mundos alternantes? ¿A qué huelen las cosas que no huelen?